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"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

06 junio, 2006

"Memorias (1936-1938). Hacia un nuevo Aragón"


Joaquín Ascaso: historia y exilio de un anarquista que lo perdió todo
El historiador Alejandro Díez Torre edita las "Memorias (1936-1938)"
del hombre que presidió el Consejo de Aragón en Caspe


"Joaquín Ascaso ha sido una figura clave de la historia de Aragón. Pasó de ser un dirigente revolucionario, un sindicalista clásico, a un ser un político y un gobernador de nuevo tipo, con atribuciones y poderes en una situación de emergencia, y acabó siendo un preso gubernativo y finalmente un exiliado". Así define, de partida, el historiador Alejandro Díez Torre al albañil y sindicalista anarquista Joaquín Ascaso (Zaragoza, 1906-Caracas, 1977), que nació tal día como ayer y que fue elegido presidente del Consejo de Aragón, con sede en Caspe, y "recibió el nombramiento oficial de delegado gubernamental el 19 de enero de 1937, presidiendo siempre la entidad, que abría una breve -pero concentrada y rica en experiencias de recuperación regional- época de autonomía para Aragón. Ascaso fue capaz de coordinar a representantes frentepopulistas y a consejeros cenetistas en un proyecto común de gobierno, que asumió el programa histórico costista en su región como un "turno del pueblo", tal como dice Díez Torre en el prólogo a sus "Memorias (1936-1938). Hacia un nuevo Aragón" (PUZ. Larumbe, Clásicos Aragoneses).Ascaso fue un obrero albañil, formado a principios de los años 30, "habituado a la clandestinidad y muy mediatizado, como otros compañeros, por el impacto de la sublevación de Jaca". Durante los cinco años de la II República, se convirtió en un líder de la CNT, con diversos grados de radicalización. Recuerda Díez Torre que ya en ese período, Ascaso visitó varias veces la cárcel, algo que se volvió a repetir en 1938, tras la presidencia del Consejo de Aragón: estuvo preso 38 días cerca de Valencia, y finalmente se marchó a Francia con Antonio Ortiz porque los estalinistas, que habían asesinado a Andreu Nin, también les perseguían."Lo procesaron por causas ficticias las autoridades gubernamentales. Su propia organización aragonesa le hizo el vacío. Y de ahí la salida. En Francia vivió muchas penalidades. Las autoridades lo amenazaron con devolverlo a Franco o a sus propios compañeros. Finalmente, consiguió embarcar hacia Uruguay, se estableció en Venezuela, estuvo también en Chile. Trabajó de albañil, de conserje, condujo camiones. Nunca dejó de ser un transterrado. Sus amigos pagaron su entierro". Las memorias las redactó antes de partir al exilio.

Antón Castro
(Publicado en Heraldo de Aragón)