CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

11 mayo, 2006

¿Cómo se hunde un portaviones?


El Tío Sam es dado a las poses mediáticas. En Vietnam le dieron una paliza cuando los chicos de Brooklyn llegaban con su napalm a quemar aldeas campesinas. Salieron los “boys” con los trastos en la cabeza. Años antes, también en Corea, les hicieron correr. Y, ahora, el Tío Sam se está buscando que le den una paliza en América Latina.
Para enseñarnos sus dientes tiene una flota deambulando por el Caribe mar encabezada nada menos que por el portaviones nuclear “George Washington”, una masa enorme que tiene el tamaño de una ciudad y tantos pasajeros como un buque en la guerra del Pacífico. Repleto de aviones de guerra de todos los tamaños y calibre el “George Washington” se convierte en el símbolo mediático del poder imperial en el Caribe.
Roza las costas venezolanas como amedrentando a los bolivarianos entretenidos como están tratando de construir una sociedad de iguales y libres, pero la gente del pueblo llano no le hace mayor caso al portaviones imperial. “Si nos invaden nos vamos a las montañas” ha dicho el camarada Chávez como anunciando la llegada de una epidemia. Lo cierto es que gruesos sectores de gente que siempre pasa inadvertida se arma de las cosas más inverosímiles: desde piedras hasta tachuelas. Qué no le teme al “George Washington”.
Estos caribeños amazónicos que conforman los habitantes de esta tierra tienen un orgullo ancestral. Son amigos de los amigos pero se enfrentan a los que pretendan hollar el sagrado suelo de la patria. Ahí arraiga toda la fuerza del chavismo. Los venezolanos tienen a sus espaldas 513 años de arrechera; creen que Colón llegó ayer. Si hay un espíritu nacional que reúna a todas las latitudes de esta tierra es el orgullo de ser una patria. Jodido tema.
Lo mismo pasó con los cubanos. Cuando las estatuas de Lenin se desmoronaban, cuando el mausoleo de la Plaza Roja se llenó de flores marchitas y de cucarachas, los cubanos siguieron con Martí. El marxismo-leninismo soviético devino en ideología martiana. Tenían de donde agarrase los cubanos. No estaban solos en la historia. Tenían algo que podían reivindicar como nación, como pueblo, como comunidad, como sociedad: la lucha por su independencia, la lucha contra el anexionismo de la doctrina Monroe, las luchas por la democracia contra Machado y Batista, y Martí. Y, la independencia de Cuba la siguió encarnando Fidel Castro, por razones por todos conocidas.
Estos caribeños amazónicos no se dejan amedrentar por el “George Washington”. Este es un pueblo de colores desde los tiempos de la Colonia española, siglo XVI. Casi con los españoles llegaron los afrovenezolanos que pintaron con sus pecados y sus religiones paganas la geografía de un país inexplorado. Y oscura era también –exactamente aceitunada- la piel de los indios. De ese mestizaje salieron las tropas que Bolívar condujo a liberar Perú.
Y cuando esos soldados regresaron a esta tierra recordaron que Bolívar les había prometido la igualdad social y racial. Nada de eso pasó. Por esa razón estalló la Guerra Federal, y un siglo más tarde un zambo quizá algo demagogo llamado Chávez vuelve a tocarles el alma. Jodido el tema.
Lo peor que le pueda pasar a uno en la Caracas de 2006 es ser blanco o rubio. Todos los que tenemos estampa europea estamos catalogados entre los “escuálidos” que se oponen a la igualdad social y a la patria para todos que predican los “monos”. “Si vas al centro de Caracas, llévate tu banana”, dicen los escuálidos en sus rincones lujosos. Pero realmente el fascismo y el racismo son hegemónicos en las filas de la oposición a Chávez. Es un odio desatado contra el igualitarismo que hace recordar a las bandas fascistas de Mussolini en la Italia de los años veinte. El negro, el aindiado, el zambo, el mestizo cuando ve al blanco o al rubio desconfía; no es para menos, el que ha sido picado de culebra cuando ve un bejuco brinca.
Esas contradicciones que cruzan a la sociedad venezolana y que han aflorado con el régimen de Chávez son idénticas en otras sociedades del continente, incluso en las más europeizadas como las del sur –ahí está el Chile de los mapuches para corroborarlo. En México es ancestral. En América Central, sandinistas eran los más pobres; los ricos que se hicieron sandinistas en los tiempos de la Revolución hoy están en la otra orilla. América toda sigue viviendo la maldición de los conquistadores: Malinche es habitual por estos pagos.
Por eso el despliegue militar de los Estados Unidos en el Caribe. Aunque voceros de la derecha venezolana coinciden con Chávez que el Tío Sam no va a mover su más potente portaviones si no pretendiera invadir Venezuela, se lo debe estar pensando. Eso de tener otro Irak, y éste en el Caribe, no debe resultarle gracioso a los conservadores fascistas que manejan el poder en los Estados Unidos. Chávez se ha convertido en un dolor de cabeza para el imperio yanqui, pero el tipo tiene apoyo popular, y eso no es cualquier cosa. En 1955 el peronismo no pudo frenar el golpe militar que derrocó a Perón. Años después, los Montoneros secuestraron y asesinaron a Aramburu, el jefe militar del golpe; detrás del mismo estuvo la embajada yanqui en Buenos Aires. Lo mismo pasó en Caracas, el 2002, pero el golpe falló.
Primera vez en la historia de América Latina que un golpe militar falla. ¿Y por qué? Porque hubo movilización popular. Por eso están errados los que creen que el chavismo es una suerte de populismo radical, eso dice el general gringo jefe del comando sur del ejército yanqui. A decir verdad, nadie sabe cómo catalogar al chavismo. Toda la filosofía política se equivoca. Lo que sí sabemos es que es muy venezolano, muy caribeño-andino-amazónico.
Por eso la mejor forma de solidaridad con el chavismo puede provenir de los pueblos que hayan descubierto cómo hundir un portaviones. ¿Los rusos sabrán cómo hacerlo?á

FLOREAL CASTILLA
10 de Mayo de 2006
de "Esto y Aquello" de CeNiT