La derechona golpista
Ya volvemos a las andadas. La derecha más recalcitrante toma cartas en el asunto de las declaraciones del teniente general Mena. No sólo y través de su portavoz Elorriaga desvían la atención del pronunciamiento del citado militar encadenándolo con el Estatuto Catalán, sino que el presidente del Partido Popular corrobora estas declaraciones de una forma más sibilina, echando más gasolina al fuego.
El día 16 de enero Carlos Benet, senador del Partido Popular de Melilla, cita al general Pavía y su caballo, a Tejero y su pistola. Posteriormente Francisco Cacharro del PP de Lugo y el líder de los populares canarios José Cacharro, corroboran las declaraciones del primero.En otras ocasiones es Martínez Pujalte, el histriónico representante del Partido Popular, el que actúa como el vocero incendiario del presidente de su partido. Para colmo de males una vez de olvidado el plan Ibarretxe, en reserva de solucionarse el Estatuto Catalán, los contertulios, principalmente radiofónicos, están creando un caldo de cultivo para el enfrentamiento entre pueblos, entre trabajadores, justificando de manera en algunos casos solapadamente y en otros descaradamente la intervención militar.
No podemos soslayar el protagonismo de la Iglesia, en su sector más reaccionario con las múltiples declaraciones y manifestaciones de toda índole, respaldadas en todo momento por el Partido Popular, dignos herederos de sus antecesores con toda la carga ideológica franquista.
El jefe de la Iglesia madrileña imita con sus actuaciones a Enrique Pla i Deniel, quien fue Cardenal-Arzobispo de Toledo y teólogo de lo que la Iglesia, en referencia al alzamiento fascista, llamo la "Cruzada".Nos podemos imaginar quienes y cuantos estarían encantados con la situación y quienes estarían en posesión de armas, el ala de la extrema derecha vinculada al partido, si no lo están ya, independientemente de otros grupos que pululan a sus anchas.
A nosotros los estatutos y los nacionalismos la verdad que no nos entusiasman, pero de ahí a que se justifique más o menos solapadamente la intervención del ejército sí que media un abismo. Desde al transición estamos pagando un tributo de una Constitución hecha bajo la amenaza de las armas y a medida de los franquistas con una ley de punto final para que nadie pagase por las tropelías que cometieron, y que nadie puede modificar; sólamente y lo digo de forma irónica, para cambiar el derecho de sucesión a la corona.
No somos constitucionalistas porque nuestro pensamiento tiene otras miras en cuanto al concepto de sociedad, pero evidentemente lo que no admitimos es que el poder civil este supeditado al ánimo del militar ni a aquellos herederos del pensamiento nacionalsocialista.
No solamente se trata de declaraciones de políticos y de algún militar, el cual ha sido arrestado en su domicilio con ocho días de castigo y su pase a la reserva, que por cierto se iba a producir dentro de dos meses, lo cual tiene la relevancia que tiene y su presunta gallardía. La cosa continúa, un grupo de militares en la reserva publica en un periódico una carta de apoyo al Sr. Mena. Por contra, este afirma con énfasis que el ejército ha jurado servir fielmente a la Constitución, juramento que recordamos ha sido repetidamente transgredido; 23 de febrero de 2001, Operación Galaxia del año 1978, con Tejero y el Capitán de la Policía Armada Sáenz Inestrillas, ascendido posteriormente a comandante. En el año 1982, la conspiración del Luis Muñoz y Jesús Crespo y el teniente coronel José Crespo, el manifiesto de los capitanes, y otras dos o tres asonadas que fueron debidamente silenciadas. Es evidente la complicidad de la derecha en este tipo de acciones.
Según un artículo de Francisco Medina, publicado en el Diario El Mundo, en el 23-F, tuvieron participación un conocido periodista, políticos, militares y banqueros, esto último subrayado. Quizá podamos deducir, en un alarde de sagacidad, que el periodista podría tratarse de uno del extinto diario fascista "El Alcázar"; lo que sí nos gustaría es conocer el resto de implicados, puesto que es evidente que los hubo. No nos gusta este juego de tirar la piedra y esconder la mano.
Vivimos una época donde dirigentes del Partido Popular se comportan igual que José Calvo Sotelo, Gil Robles y Serrano Suñer, paradigmas estos de una España profunda y caciquil del año 36 la cual por lo que parece algunos añoran profundamente. La España del garrotazo tiente tieso.
El día 16 de enero Carlos Benet, senador del Partido Popular de Melilla, cita al general Pavía y su caballo, a Tejero y su pistola. Posteriormente Francisco Cacharro del PP de Lugo y el líder de los populares canarios José Cacharro, corroboran las declaraciones del primero.En otras ocasiones es Martínez Pujalte, el histriónico representante del Partido Popular, el que actúa como el vocero incendiario del presidente de su partido. Para colmo de males una vez de olvidado el plan Ibarretxe, en reserva de solucionarse el Estatuto Catalán, los contertulios, principalmente radiofónicos, están creando un caldo de cultivo para el enfrentamiento entre pueblos, entre trabajadores, justificando de manera en algunos casos solapadamente y en otros descaradamente la intervención militar.
No podemos soslayar el protagonismo de la Iglesia, en su sector más reaccionario con las múltiples declaraciones y manifestaciones de toda índole, respaldadas en todo momento por el Partido Popular, dignos herederos de sus antecesores con toda la carga ideológica franquista.
El jefe de la Iglesia madrileña imita con sus actuaciones a Enrique Pla i Deniel, quien fue Cardenal-Arzobispo de Toledo y teólogo de lo que la Iglesia, en referencia al alzamiento fascista, llamo la "Cruzada".Nos podemos imaginar quienes y cuantos estarían encantados con la situación y quienes estarían en posesión de armas, el ala de la extrema derecha vinculada al partido, si no lo están ya, independientemente de otros grupos que pululan a sus anchas.
A nosotros los estatutos y los nacionalismos la verdad que no nos entusiasman, pero de ahí a que se justifique más o menos solapadamente la intervención del ejército sí que media un abismo. Desde al transición estamos pagando un tributo de una Constitución hecha bajo la amenaza de las armas y a medida de los franquistas con una ley de punto final para que nadie pagase por las tropelías que cometieron, y que nadie puede modificar; sólamente y lo digo de forma irónica, para cambiar el derecho de sucesión a la corona.
No somos constitucionalistas porque nuestro pensamiento tiene otras miras en cuanto al concepto de sociedad, pero evidentemente lo que no admitimos es que el poder civil este supeditado al ánimo del militar ni a aquellos herederos del pensamiento nacionalsocialista.
No solamente se trata de declaraciones de políticos y de algún militar, el cual ha sido arrestado en su domicilio con ocho días de castigo y su pase a la reserva, que por cierto se iba a producir dentro de dos meses, lo cual tiene la relevancia que tiene y su presunta gallardía. La cosa continúa, un grupo de militares en la reserva publica en un periódico una carta de apoyo al Sr. Mena. Por contra, este afirma con énfasis que el ejército ha jurado servir fielmente a la Constitución, juramento que recordamos ha sido repetidamente transgredido; 23 de febrero de 2001, Operación Galaxia del año 1978, con Tejero y el Capitán de la Policía Armada Sáenz Inestrillas, ascendido posteriormente a comandante. En el año 1982, la conspiración del Luis Muñoz y Jesús Crespo y el teniente coronel José Crespo, el manifiesto de los capitanes, y otras dos o tres asonadas que fueron debidamente silenciadas. Es evidente la complicidad de la derecha en este tipo de acciones.
Según un artículo de Francisco Medina, publicado en el Diario El Mundo, en el 23-F, tuvieron participación un conocido periodista, políticos, militares y banqueros, esto último subrayado. Quizá podamos deducir, en un alarde de sagacidad, que el periodista podría tratarse de uno del extinto diario fascista "El Alcázar"; lo que sí nos gustaría es conocer el resto de implicados, puesto que es evidente que los hubo. No nos gusta este juego de tirar la piedra y esconder la mano.
Vivimos una época donde dirigentes del Partido Popular se comportan igual que José Calvo Sotelo, Gil Robles y Serrano Suñer, paradigmas estos de una España profunda y caciquil del año 36 la cual por lo que parece algunos añoran profundamente. La España del garrotazo tiente tieso.
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