CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

08 noviembre, 2006

CENIT: Esto y aquello

EL “FIDEL” DE RAMONET

Fidel Castro es una figura que pasa por la historia latinoamericana reviviendo el pasado. Un pasado disputado y, en muchos casos, ininteligible para las nuevas generaciones, mimadas al calor del “American way of life” que se transformó en la forma de ser de la clase instruida y bien pensante. Castro revuelve ese pasado, macera siglos de dominación y se nos revela, al final de la tragedia de todo un pensamiento abarcador –como el pensamiento socialista- como lo que nunca ha dejado de ser: un barbudo del Caribe que no admite, aunque no pueda evitarla, la imposición de los imperios, ya viejos ya nuevos.

Ese pasado comienza una mañana de octubre de 1492. Había tiempo claro y unas personas ataviadas de manera extraña llegan en cayucos a una isla del Caribe. Comienza la inmigración que no supimos controlar. Para otros, los menos, fue la conquista de América. Con el tiempo, nuestra población aborigen se contaminó de viruela y de malos tratos, y entonces llegaron del África, para sustituirla, unas personas de piel oscura que sometidas a una brutalidad malsana –la de la esclavitud que vuelve bestia al hombre- tiñeron de negro la demografía caribeña.

De ese Caribe teñido es descendiente el gallego Fidel Castro. Tienen los gallegos por costumbre incumplir el adagio según el cual “adonde fuere has lo que vieres”, y esa fragua gallega instalada en Cuba dio un niño rico que no lo era, el hijo de un terrateniente que a pesar de su riqueza inmobiliaria realmente vivía como un campesino pobre y un temperamento que jamás daría su brazo a torcer. Este gallego Fidel se haría, con el tiempo, dictador –él dice que no lo es; todos los dictadores han dicho que no lo son-, mas un dictador sui generis, un dictador socialista que expresa una dirección colectiva integrada por los barbudos que bajaron de Sierra Maestra y que fueron subalternos suyos. Los hombres de la Sierra son, en realidad, los guerrilleros en el poder cubano.

La historia cubana está marcada por 1898. La española, también. Es el año en que España deja de ser imperio; es el año en que Cuba deja de ser española para ser yanqui.
No se puede hablar del Caribe, de Cuba, sin hablar de Fidel Castro, a estas alturas del siglo XXI. Muy lejanos quedan los tiempos del machadismo, de las dictaduras batistianas, de las democracias liberales; los castristas han revolucionado Cuba, el Caribe, América Latina desde el 26 de julio de 1953, llevan más de 50 años en ese trajín.

Cuando Ignacio Ramonet le propone a Fidel hacerle una biografía, el zorro barbudo entiende que los altermundistas le sirven una oportunidad en bandeja de plata. Es la hora de las grandes rectificaciones históricas o de la historia como coartada. Tiene el ilustre gallego olfato para la publicidad. Sabe ya que los yanquis no lo derribarán, lo sabe desde 1989 de una manera diáfana, porque Cuba es un país viable y organizado administrativamente. Cuba no es el Congo.

Fidel jugó con las ojivas nucleares como un chico de siete años lo hace con sus juguetes. Con astucia puso a los soviéticos, en 1962, en un trance: o el socialismo o la guerra termonuclear. Stalin lo hubiera frenado decapitándolo o convirtiéndolo en el Tito del Caribe, pero Kruschev, al hacerle el juego, demostró que Moscú, el Moscú leninista, no llegaría a repetir, pero con ojivas nucleares, la hazaña de Berlín en 1945. Fidel intuyó ya en 1962 que los soviéticos no tenían cojones atómicos para enfrentar a los amos del Caribe y, en general, de toda América Latina. Cuando Gorbachov, y la gerontocracia comunista, se alarmó por la tragedia de Chernobil se vio claramente que el socialismo tenía los días contados: no podemos alcanzar la igualdad social a expensas del exterminio de la raza humana. Los depredadores capitalistas son indiferentes a cualquier humanismo por muy tenue que sea. Habría capitalismo, aunque neoliberal.

Los hombres no son lo que dicen sino lo que son. Las mujeres, también. Poco a poco la ciencia se alarma ante las intimidades genéticas del mono desnudo. Parece mentira, pero cada día sabemos menos de la “naturaleza humana”; tenemos simples vestigios pero nada de un conocimiento acabado. Sometida a un brutal cerco en el comercio mundial, Cuba se ha visto obligada a conseguir divisas de las formas más esotéricas. Mientras existió el Pacto de Varsovia lograron los cubanos eludir las restricciones que a su comercio de país soberano imponen los yanquis en abierto desafío al derecho internacional. Pero tras la caída del bloque soviético atravesaron por situaciones –y atraviesan aún- que los colocaba contra la pared: no es posible la igualdad social en una isla del Caribe. Pero hay que intentarlo siempre, en cualquier sitio.

El hombre nuevo ha resultado ser muy conocido. Aunque medio siglo es poco tiempo para que haya hombres nuevos. Cuba, cuando Fidel ya no esté, se enfrentará de nuevo a los hombres rubios que llegan en sus yates modernos. Lo importante es que el hombre nuevo no ha muerto. Pero tampoco podemos asegurar de que haya nacido.-ç

Floreal Castilla