CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

26 diciembre, 2006

CENIT 997: Dichos y hechos


por S. FERNANDEZ CANTO

Fallecido el 11 de diciembre pasado, Augusto Pinochet ha muerto a la edad de 91 años sin haber respondido de los crímenes cometidos en Chile durante los 17 años que duró su dictadura (1973-1990): más de 3.000 asesinatos políticos y un millar de desaparecidos. Pese a la enorme cantidad de quejas depositadas contra él, nunca se le tradujo en justicia debido a que su salud juzgada frágil le evitó toda clase de proceso.
El general Pinochet se apropió el poder mediante un golpe de Estado sangriento, el 11 de septiembre de 1973. Era entonces comandante en jefe del ejército chileno. Mientras que los aviones bombardeaban la Moneda, el palacio presidencial, Pinochet exige la rendición del presidente democráticamente elegido, Salvador Allende. El jefe de Estado marxista prefiere suicidarse con un fusil automático. Miles de sus partidarios son arrestados.
En total, en 17 años, unas 3.197 personas han sido ejecutadas por motivos políticos, más de 1.000 han desaparecido y miles de otras fueron arrestadas, torturadas u obligadas al exilio.
A excepción de Margaret Thatcher que ha manifestado su profundo entristecimiento por la desaparición del que fue su aliado contra Argentina en la guerra de las Malvinas, ninguna otra voz se ha elevado en el mundo para lamentar la muerte de Augusto Piochet y si algo se ha lamentado ha sido la impunidad que ha beneficiado durante su existencia por una de las más sangrientas dictaduras de finales del siglo XX.
Si más de treinta años después del golpe de Estado y dieciseis después de haber dejado el poder, el nombre de Pinochet se mantiene presente en el pensamiento, se debe al considerarle como símbolo de una época en la que la tirania se instalaba en América latina con la aprobación de EE. UU.
La brutalidad del putsch militar como la implacable represión que siguió suscitó la indignación general. George Pompidou presidente de la nación en aquel entonces aprobó por completo que la residencia del embajador de Francia en Chile se convirtiera en un refugio para los militantes de izquierda perseguidos por la dictadura y de los cuales un buen número emigró para el Hexágono.
Signo del tiempo y otro motivo de caracter simbólico que obtuvo Pinochet fue que benefició del apoyo activo de la CIA americana.
Richard Nixon y su ministro de negocios extranjeros, Henry Kissinger, estaban prestos a aliarse con el mismo Diablo si este les preservaba sobre el continente latinoamericano de todo régimen que pudiera tener de cerca o de lejos simpatias comunistas.
El retrato de Pinochet expuesto como defensor del Occidente que ensayaron de inculcar ciertos círculos no resistió mucho tiempo a las exacciones de un régimen que erigió la barbarie como modo de gobernar contra toda forma de oposición. La presidente actual de Chile es un testimonio, su padre fue asesinado bajo Pinochet y a ella la sometieron a tortura.
Los esfuerzos que hubieran podido permitir el comparecimiento de Pinochet ante la Corte penal internacional creada a la intención de los dictadores de su especie habrán sido vanos. Al menos este acuso judicial habrá permitido, a lo largo del tiempo, de impedir el olvido.