CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

10 diciembre, 2006

ORTO: revista cultural de ideas ácratas

Editorial del número 142


Dos varas de medir



Como siempre la inmediatez informativa se traga todo aquello que ha sucedido varios días antes, y mucho más lo que ha pasado varias semanas o meses. Cuando aún no ha terminado el verano, ya parece prehistoria lo que ha tenido lugar en los meses de julio, agosto y mitad de septiembre. La invasión de parte del territorio libanés por parte del ejército israelita, los incendios forestales en Galicia y la llegada masiva de cayucos a las Islas Canarias, parecen temas que ya no interesan a nadie. Sin embargo, pensamos que hay muchas cosas que decir al respecto, ya que año tras año se vienen repitiendo y no se producen los avances necesarios para que cambie la situación, en cada uno de los temas planteados.
Siguiendo el orden antes mencionado, empezaremos hablando de la invasión del Líbano por el ejército de Israel, con la burda excusa de liberar a dos soldados secuestrados por las milicias de Hezbolá. El secuestro de soldados, por una y otra parte, es un hecho bastante frecuente, y no por ello se ha cometido el brutal atropello de invadir un territorio y en menos de veinte días causar más de 1400 muertos y unos cerca de veinte mil heridos, con acciones tan despreciables y asesinas (crímenes contra la Humanidad) como las que se cometió contra el pueblo libanés de Qana, entre otras acciones que merecerían ser llevadas al Tribunal de la Haya. Pero no, el Estado de Israel está apoyado por el Gobierno de los Estados Unidos de América, ningún estado –cómplice directo o indirecto– se atreverá a decirle las verdades del barquero. Mientras que la invasión de Kuwait, por parte del ejército iraquí, en el año 90 del siglo pasado, tuvo su inmediata respuesta por parte del imperio yanqui con la llamada guerra del Golfo, en esta ocasión se ha desentendido del drama humano sufrido por el pueblo libanés. En aquella invasión no se produjeron muertes al no encontrarse, los iraquíes, con resistencia de ningún tipo; en esta ocasión al encontrarse los israelitas con una cierta resistencia, la respuesta a sido abiertamente desproporcional.
De una parte, un grupo de “milicianos “ con armamento de tercer orden frente a un ejército perfectamente entrenado y estructurado con un armamento de lo más sofisticado, y con el suministro de munición y otros enseres a cargo del las fabricas armamentistas de los Estados Unidos y del ejército de ese país. Entre las muchas armas mortíferas se encontraban las tristemente famosas bombas de racimo, utilizadas de forma masiva por el ejército israelí, y que han causado y causarán multitud de muertes inocentes, fundamentalmente niñas y niños que las confunden con pequeñas pelotas y les explotan a las primeras de cambio, cuando por infantil desconocimiento se dedican a jugar con ellas. Hasta el mismo Pentágono ha tenido que reprender al gobierno de Tel Avid por dicha utilización.
Como siempre las dos varas de medir, por parte de los gendarmes de la globalización neoliberal. Los americanos, que ahora amonestan a los israelíes, no tuvieron ningún reparo en utilizarlas en la última guerra, mejor, invasión del país del Tigris y del Eúfrates (Irak). Aún hoy, tres años y cinco meses después, siguen muriendo muchas personas debido al poder mortífero de esas armas engendradas por mentes malignas a sueldo de los políticos y capitalistas sin escrúpulos.
Nosotros no estamos a favor de la utilización de las armas, de la fuerza, de la violencia. Aunque en ocasiones, los que son masacrados una y mil veces, terminan utilizando lo que tienen a su alcance para su legítima defensa, no es esta la situación del Estado de Israel, poseedor de armas nucleares, entre otros elementos de ataque. Si en vez de la rapiña y el sometimiento a la fuerza de unos pueblos sobre otros, la base de convivencia fuera la igualdad y el apoyo mutuo, otros vientos aventarían nuestras vidas y las de las comunidades humanas. La fuerza de las armas nunca ha sido, ni será la forma definitiva de resolver los conflictos entre personas y comunidades. Sólo el diálogo y la justicia auténtica podrán hacer que la convivencia sea duradera.
Y ahora para más desvergüenza, se monta una conferencia para que todos paguemos los múltiples daños materiales causados por Israel (se calcula en unos 2800 millones de euros). Cuánto mejor hubiera sido invertir esas decenas de millones (España contribuirá con cerca de 40 millones de euros) en atender las necesidades básicas de los inmigrantes que llegan diariamente a España.
Y mientras la ONU y la Unión Europea a verlas venir, en tanto Israel bombardeaba masivamente y con saña pueblos y ciudades libanesas. Parecía que la consigna tácita de unos y de otros era: ¡Sin prisa que son árabes: Creen en Alá y su profeta es Mahoma¡. Qué diligentes estuvieron cuando los Estados Unidos les pidió su aprobación para invadir Irak, sobre todo España y Reino Unido. Siempre, como hemos dicho antes, hay dos varas de medir, una para los poderosos y sus aliados y otra para los demás.
Cuantas veces se habla a la ligera de terrorismo. Vivimos en un mundo de pensamiento único. Casi siempre esa palabra es utilizada para descalificar las acciones de defensa de colectividades que buscan su propia trayectoria, su porvenir libre de ataduras externas. Sin embargo, no se denomina así a acciones cometidas por estados y sus ejércitos. Ni en prensa, radio o televisión se califica de terrorismo a acciones como la invasión del Líbano por parte de Israel, o el vertido de petróleo que el ejército israelí ha ocasionado en las costas libanesas y sirias. Para nosotros, este terrorismo ecológico, no ha pasado desapercibido. Cerca de ciento cincuenta kilómetros de playas de roca y arena han quedado impregnadas de fuel.
Al desastre humanitario, antes señalado, se ha unido el medioambiental. La catástrofe ecológica ha sido de primera magnitud. Sólo cuatro vertidos anteriores, han sido superiores a éste. Por orden de tonelaje están: Sea Empress ( R.Unido 1996, con 73.000 ), Prestige (España 2002, con 64.000), Exxon Valdez (EE.UU 1989, con 38.500), Erika ( Francia 1999, con 20.000) y Líbano 2006, con 10.000 a 15.000, aunque podrían llegar hasta las 35.000 toneladas.
En cuanto al tema de la llegadas de miles de inmigrantes a tierras tanto insulares como peninsulares, valgan dos o tres consideraciones básicas, ya que este asunto lo hemos tratado en varias ocasiones.
La primera que la llegada de inmigrantes africanos no es debido al famoso efecto llamada, sino al efecto pobreza, o lo que es lo mismo al efecto desesperación/huida. La segunda es la que se relaciona con el número de africanos que arriban a las costas. Téngase en cuenta que esa inmigración no llega ni al veinte por ciento del total. El otro setenta y cinco llega por tierra y avión, en calidad de turistas que después se quedan. En último término están los que llegan en pateras y cayucos. Por cierto, éstos tienen un riesgo de morir en el empeño infinitamente superior a los que lo hacen de las otras dos formas. Y la tercera consideración es que mientras la explotación de África, por parte de los países desarrollados, continúe como hasta la presente la situación no sólo se mantendrá igual, sino que irá a peor. Y para terminar, en lo que se refiere a los incendios de Galicia, decir que el status quo de la situación no ha cambiado ni un ápice. Sea por motivos económicos o por razones políticas los incendios han arrasado esa zona tan hermosa de la península. La derecha española no acepta, como siempre, la derrota en las urnas y con su interesado proceder contribuye a agravar el desastroso estado en que se encuentra los bosques gallegos. Como se puede boicotear la contratación de cuadrillas, para que cuando lleguen los incendios no hayan los medios adecuados para hacerles frente a pie de fuego. El hostigamiento a los socialistas, que en la actualidad gobiernan en coalición con los nacionalista de BNG, ha sido clara y contundente por parte del PP. Con todo, ellos también tienen su parte de culpa, ya que tenían que haber previsto esa posible reacción de la derecha más retrógrada y caciquil gallega, y haber puesto los medios a su alcance para evitar el tremendo desastre ecológico sufrido por esa querida región peninsular.
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