XXVIII Aniversario de la Constitución Española
El 6 de diciembre de 1978, se aprobaba en referéndum la Constitución Española. Esto, que para muchos es el aniversario de un hecho histórico que dio libertad al pueblo, es, a la verdad, el aniversario de un gran engaño. Engaño --qué curioso-- en el que personas que vivieron la clandestinidad antifranquista ven la culminación de años de arriesgados sacrificios, de detenciones y torturas, de dolorosos asesinatos de compañeros: unos, en la calle; otros, tras aquellos interrogatorios que llamaban "hábiles", o morían en ellos.
Un repaso cuidadoso de la cronología de la llamada Transición nos muestra, en realidad, la cronología de la derrota de una incipiente libertad, y del triunfo encubierto de los planes de Franco. Y todo ello aderezado con ese tufillo triunfal que solo es capaz de emitir la ocultación de la derrota.
Pero, en vez de centrarnos en los hechos históricos --ya muchos lo harán--, vamos a centrarnos en la ambición del pueblo trabajador a partir de vislumbrarse que el gran asesino, que tanta habilidad tenía para escaparse de los atentados, iba, al fin, a morirse; aunque fuera por ley natural. E, incluso, vamos a añadir lo que decían las figuras políticas --hoy, para nosotros, "figurillas políticas"-- que "venían clandestinamente a animar la lucha de los patriotas", como decían ellos.
En el tiempo que duraron las enfermedades conocidas del Dictador, y la agonía --no lo suficientemente terrible, por desgracia--, se nos repitieron hasta la saciedad aquellas frases que para nosotros contenían lo que ansiábamos, y que después nos enteramos que los "políticos" se referían a ellas con el nombre de "consignas". Hablaban de acabar con la opresión del Capital; de que se le daría a cada cual según sus necesidades y se le exigiría según sus posibilidades; de que a la parásita Iglesia se la erradicaba, o se consentiría su existencia solo para los creyentes; y tantas cosas más... Y el pueblo del interior de España, aquel que no tenía en Francia un refugio seguro como ellos, aumentaba su esfuerzo en la lucha.
Mas el tiempo siempre muestra la verdad. Y a la gente luchadora se le dio, a cambio de sus sacrificios y su sangre, la venta a los intereses de la socialdemocracia alemana y sueca, que subvencionaban al PSOE; y éste colaboró con sus teóricos enemigos, los burgueses y pequeñoburgueses, en implantar la economía de mercado. Y el PC renunció a su amada República; y, por si fuera poco, aceptó la bandera franquista y la monarquía un 14 de abril (14 de abril de 1977), fecha tan simbólica que no hace falta hablar de ella. Y CC.OO. --que entonces se definía como sindicato político-- y UGT siguieron la línea de los partidos que los controlaban. Y no hablaremos de los partidos burgueses o pequeñoburgueses... ¡Ah!, tanto PSOE como PC decían que aquello solo era momentáneo; que, más adelante, "se cambiaría" o "se proletarizaría", según fuera un dirigente u otro quien hablaba de ello.
Han pasado 28 años de la aprobación de la Constitución en referéndum... y muchos más desde que se inició el engaño. Pero todavía se mantiene aquello por lo que se luchó contra el franquismo y por lo que seguimos luchando: acabar con la explotación del hombre por el hombre.
Un repaso cuidadoso de la cronología de la llamada Transición nos muestra, en realidad, la cronología de la derrota de una incipiente libertad, y del triunfo encubierto de los planes de Franco. Y todo ello aderezado con ese tufillo triunfal que solo es capaz de emitir la ocultación de la derrota.
Pero, en vez de centrarnos en los hechos históricos --ya muchos lo harán--, vamos a centrarnos en la ambición del pueblo trabajador a partir de vislumbrarse que el gran asesino, que tanta habilidad tenía para escaparse de los atentados, iba, al fin, a morirse; aunque fuera por ley natural. E, incluso, vamos a añadir lo que decían las figuras políticas --hoy, para nosotros, "figurillas políticas"-- que "venían clandestinamente a animar la lucha de los patriotas", como decían ellos.
En el tiempo que duraron las enfermedades conocidas del Dictador, y la agonía --no lo suficientemente terrible, por desgracia--, se nos repitieron hasta la saciedad aquellas frases que para nosotros contenían lo que ansiábamos, y que después nos enteramos que los "políticos" se referían a ellas con el nombre de "consignas". Hablaban de acabar con la opresión del Capital; de que se le daría a cada cual según sus necesidades y se le exigiría según sus posibilidades; de que a la parásita Iglesia se la erradicaba, o se consentiría su existencia solo para los creyentes; y tantas cosas más... Y el pueblo del interior de España, aquel que no tenía en Francia un refugio seguro como ellos, aumentaba su esfuerzo en la lucha.
Mas el tiempo siempre muestra la verdad. Y a la gente luchadora se le dio, a cambio de sus sacrificios y su sangre, la venta a los intereses de la socialdemocracia alemana y sueca, que subvencionaban al PSOE; y éste colaboró con sus teóricos enemigos, los burgueses y pequeñoburgueses, en implantar la economía de mercado. Y el PC renunció a su amada República; y, por si fuera poco, aceptó la bandera franquista y la monarquía un 14 de abril (14 de abril de 1977), fecha tan simbólica que no hace falta hablar de ella. Y CC.OO. --que entonces se definía como sindicato político-- y UGT siguieron la línea de los partidos que los controlaban. Y no hablaremos de los partidos burgueses o pequeñoburgueses... ¡Ah!, tanto PSOE como PC decían que aquello solo era momentáneo; que, más adelante, "se cambiaría" o "se proletarizaría", según fuera un dirigente u otro quien hablaba de ello.
Han pasado 28 años de la aprobación de la Constitución en referéndum... y muchos más desde que se inició el engaño. Pero todavía se mantiene aquello por lo que se luchó contra el franquismo y por lo que seguimos luchando: acabar con la explotación del hombre por el hombre.
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