CENIT: Esto y aquello
LA CAÍDA DEL ANTICOMUNISMO REALMENTE EXISTENTE
El triunfo electoral del chavismo en la justa electoral del 3 de diciembre de 2006, ha sido en realidad una grave derrota del anticomunismo surgido a raíz de la Guerra Fría y acentuado con la Revolución Cubana de 1959. En la sociedad venezolana de la segunda mitad del siglo XX esto tiene un significado perfectamente detectable en todos los terrenos. El anticomunismo fue, a la vez, bandera de la derecha y de la oligarquía locales pero, al mismo tiempo, banderín de enganche de un gran partido político de masas como Acción Democrática (AD), ahijado del APRA peruano, tardíamente miembro de la Internacional Socialista y creación en gran medida de Rómulo Betancourt (1908-1981).
El anticomunismo popular fue en tierras venezolanas creación del mismo Betancourt. Se acentuó a raíz del triunfo de la Revolución Cubana y de la entrevista que sostuvieron, en Caracas, Rómulo y Fidel a mediados del año 1959. Betancourt había sido funcionario estalinista en el Caribe durante la década de 1930 pero su deserción estuvo acompañada por una febril adopción de las tesis del panamericanismo y la admiración por la condición neocolonial adquirida por Puerto Rico. Viniendo de ser el adalid del anticomunismo soviético en la zona caribeña, Rómulo acuñaría para combatir a Castro y a los barbudos cubanos el término de “castrocomunismo”.
Durante su segundo gobierno (1959-1964) Betancourt desató una represión feroz contra el castrocomunismo, es decir, contra los sectores del movimiento juvenil que, animados por el MIR [Movimiento de Izquierda Revolucionaria, fundado por Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida (1928-2005), de una escisión de AD] y por el PCV (Partido Comunista de Venezuela), querían emular la proeza de Fidel Castro y de la Revolución Cubana. Acción Democrática segregó a los castrocomunistas de todos los frentes de masas, sindicatos, agrupaciones de profesionales universitarios, frente cultural, etc. Esta política deliberadamente segregacionista se aplicó al interior del propio partido Acción Democrática de cuyo seno había surgido el MIR, en 1960, pero donde la disidencia adversa a Betancourt prosiguió creciendo motivado fundamentalmente a las políticas proimperialistas y pentagonistas aplicadas por Betancourt descaradamente. Las purgas betancourtistas no pudieron impedir que en 1967 una nueva escisión fracturara seriamente a Acción Democrática y uno de sus fundadores Luis Beltrán Prieto Figueroa (1902-1993) se llevara tras de sí a más de la mitad del partido y casi todo su aparato sindical que siempre fue la fuerza clave de los adecos. Con la escisión de Prieto, Acción Democrática se abrazó totalmente a la derecha venezolana y dejó de ser el partido centroizquierdista del pasado, degeneración que se acentuó profundamente cuando Carlos Andrés Pérez lo convirtió en una agrupación de corruptos (1974) y en el frente del neoliberalismo criollo en 1989.
La guerra mediática contra la candidatura presidencial del maestro Pietro Figueroa a lo largo de 1967 consistió en identificarlo con el castrocomunismo caribeño, versión betancourtista del anticomunismo de la Guerra Fría. Una escisión del Partido Comunista venezolano que pasó a denominarse Movimiento al Socialismo (MAS), de 1970, fue asimismo vituperada por el propio Betancourt como “disfraz comunista”. Ese mismo argumento del castrocomunismo ha sido usado contra Chávez desde 1999, pero fundamentalmente desde que se logra desarticular el golpe militar de abril de 2002, y fue el anticomunismo el argumento fundamental esgrimido por la derecha venezolana y sus adláteres en la contienda electoral del 2006. Chávez ha derrotado, por tanto, el sólido argumento anticomunista de todos los matices de la derecha venezolana, civilizada o irracional.
La historia del anticomunismo a nivel planetario data desde los tiempos mismos de la Revolución Rusa de 1917 y del golpe de estado bolchevique de noviembre de ese año conocido como la “gran revoluciòn de Octubre”. En esa época era posible hacer distinciones. Es decir, había un anticomunismo de izquierda y otro descaradamente derechista, más partidario de la restauración zarista que de un régimen democrático a la usanza de los tiempos actuales en el argot y en las políticas del derechismo ilustrado.
Los comunistas antibolcheviques pululaban en el movimiento socialista mundial por esos años de comienzos de 1920. Con el tiempo fueron en su mayoría absorbidos por la Guerra Fría en uno u otro bando [en el caso de las familias anarquistas Rudolf Rocker (1873-1958) encarnaría la corriente pronorteamericana mientras que Pedro Archinov (1887-1937), el reputado teórico del makhnovismo, encarnaría la opción prosoviética, al retornar a Rusia y adherirse al partido estalinista]; pocas formaciones sostuvieron realmente, a la vez, un antisovietismo demarcado de toda manipulación imperialista y un anticapitalismo intransigente, realmente se trató de minorías bastante exiguas que no pudieron impedir tras los procesos de descolonización de 1960 que las masas populares de los países emergentes vieran en la URSS un aliado importante en sus luchas contra las metrópolis coloniales. El postestalinismo (1953-1991) soviético supo galvanizar los movimientos tercermundistas de liberación y convertirlos en peones a su servicio en la disputa con la otra gran potencia que la Segunda Guerra mundial había dejado en la escena geopolìtica planetaria, los Estados Unidos de América.
Cuba sea quizá el ejemplo más ilustrativo que tengamos a mano, porque la China maoísta tuvo su propia andadura en cierta medida autónoma. Cuba es una pequeña isla del Caribe, cuyo Producto Territorial Bruto no es precisamente de los más codiciados en el comienzo de la década de 1960. Pero será Cuba el escenario de la primera confrontación atómica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a raíz de la crisis de los misiles de Octubre de 1962.
Por otro lado, el comunismo antisoviético dejó de existir como movimiento de masas con la entrada de las tropas del general Franco en la ciudadela anarquista de Barcelona en Febrero de 1939. Cataluña y, en general, la República española fue el escenario donde se dirimieron las diferencias entre el comunismo soviético y el anticomunismo de izquierdas. Pero si en Cataluña parecía que Luis Companys (1882-1940) era el gran beneficiario de la debacle anarcosindicalista, por un lado, y del auge del estalinismo. por el otro, realmente esa guerra civil en el seno de la izquierda comunista terminó favoreciendo al fascismo franquista que avanzaba sobre Cataluña. Companys, entregado por la Gestapo al régimen franquista, fue ajusticiado en el Castillo de Montjuic, el15 de octubre de 1940. No quiso que se le pusiera una venda en los ojos y murió gritando en catalán: “estáis matando a un hombre honrado, ¡por Cataluña!”
Ni los Companys ni la pequeña burguesía de izquierda llegarían a lograr sus objetivos de clase social hasta los comienzos de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. En efecto, el enfrentamiento bélico contra el fascismo y el nazismo en todo el mundo hizo que los distintos comunismos establecieran una alianza antifascista que se rompió luego de 1945. El mundo de la postguerra delineado por los estrategas anglosajones con el objeto de que el Imperio británico fuera realmente administrado por los Estados Unidos hizo que muchos comunistas antisoviéticos terminaran colaborando “con Occidente”. El anticapitalismo comunista se refugió en las catacumbas minoritarias de todos los exilios. O en la Yugoslavia de Tito, con todas las limitaciones que allí existían. Por su lado, el comunismo soviético que se había expandido a toda Europa oriental sobre las bayonetas del Ejército rojo vivía como un ratón de laboratorio, cercado y agredido permanente por el Occidente capitalista. La expansión soviética hacia Asia entraría en crisis tras la liquidación del estalinismo en Rusia con la muerte de Stalin (1953). Y, en la historia del comunismo asiático se reflejarían igualmente las discusiones que desde 1917 fueron permanentes entre los comunistas de todas las familias europeas.
Pero en América Latina el castrocomunismo sustituyó al comunismo soviético. Y el “peligro castrocomunista” marcó la política imperial hacia América Latina por casi cinco décadas. Las oligarquías y la derecha, civilizada o irracional, de América Latina, ha sufrido a lo largo del siglo XX de histerias represoras realmente dignas de mencionarse. Cabe mencionar la histeria antianarquista de principios de siglo. A raíz del ajusticiamiento del presidente William Mckinley (1843-1901) de los Estados Unidos, en 1901, por el joven anarquista León Czolgosz (1873-1901), un muchacho de origen polaco nacido en Detroit. Con Mckinley la ambición imperialista de los Estados Unidos comenzó a desbocarse deglutiendo los restos del imperio hispánico, Cuba entre otras perlas. El antianarquismo fue elevado a categoría jurídica en los pactos entre los Estados hispanoamericanos y fue incluso adoptado en algunas constituciones nacionales como la del postgomecismo venezolano. Posteriormente, en 1929, cuando el estalinismo se interesa por el bolchevismo latinoamericano, el antianarquismo, aun permaneciendo en el imaginario de la derecha oligárquica, da paso al anticomunismo.
Es ese anticomunismo el que ha derrotado el chavismo el 3 de diciembre de 2006. Alegando un socialismo todavía difuso, Hugo Chávez Frías pasará a la historia por haber desmitificado el discurso pentagonista de la derecha latinoamericana: el anticomunismo.-
Floreal Castilla
Venezuela, diciembre 2006
El triunfo electoral del chavismo en la justa electoral del 3 de diciembre de 2006, ha sido en realidad una grave derrota del anticomunismo surgido a raíz de la Guerra Fría y acentuado con la Revolución Cubana de 1959. En la sociedad venezolana de la segunda mitad del siglo XX esto tiene un significado perfectamente detectable en todos los terrenos. El anticomunismo fue, a la vez, bandera de la derecha y de la oligarquía locales pero, al mismo tiempo, banderín de enganche de un gran partido político de masas como Acción Democrática (AD), ahijado del APRA peruano, tardíamente miembro de la Internacional Socialista y creación en gran medida de Rómulo Betancourt (1908-1981).
El anticomunismo popular fue en tierras venezolanas creación del mismo Betancourt. Se acentuó a raíz del triunfo de la Revolución Cubana y de la entrevista que sostuvieron, en Caracas, Rómulo y Fidel a mediados del año 1959. Betancourt había sido funcionario estalinista en el Caribe durante la década de 1930 pero su deserción estuvo acompañada por una febril adopción de las tesis del panamericanismo y la admiración por la condición neocolonial adquirida por Puerto Rico. Viniendo de ser el adalid del anticomunismo soviético en la zona caribeña, Rómulo acuñaría para combatir a Castro y a los barbudos cubanos el término de “castrocomunismo”.
Durante su segundo gobierno (1959-1964) Betancourt desató una represión feroz contra el castrocomunismo, es decir, contra los sectores del movimiento juvenil que, animados por el MIR [Movimiento de Izquierda Revolucionaria, fundado por Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida (1928-2005), de una escisión de AD] y por el PCV (Partido Comunista de Venezuela), querían emular la proeza de Fidel Castro y de la Revolución Cubana. Acción Democrática segregó a los castrocomunistas de todos los frentes de masas, sindicatos, agrupaciones de profesionales universitarios, frente cultural, etc. Esta política deliberadamente segregacionista se aplicó al interior del propio partido Acción Democrática de cuyo seno había surgido el MIR, en 1960, pero donde la disidencia adversa a Betancourt prosiguió creciendo motivado fundamentalmente a las políticas proimperialistas y pentagonistas aplicadas por Betancourt descaradamente. Las purgas betancourtistas no pudieron impedir que en 1967 una nueva escisión fracturara seriamente a Acción Democrática y uno de sus fundadores Luis Beltrán Prieto Figueroa (1902-1993) se llevara tras de sí a más de la mitad del partido y casi todo su aparato sindical que siempre fue la fuerza clave de los adecos. Con la escisión de Prieto, Acción Democrática se abrazó totalmente a la derecha venezolana y dejó de ser el partido centroizquierdista del pasado, degeneración que se acentuó profundamente cuando Carlos Andrés Pérez lo convirtió en una agrupación de corruptos (1974) y en el frente del neoliberalismo criollo en 1989.
La guerra mediática contra la candidatura presidencial del maestro Pietro Figueroa a lo largo de 1967 consistió en identificarlo con el castrocomunismo caribeño, versión betancourtista del anticomunismo de la Guerra Fría. Una escisión del Partido Comunista venezolano que pasó a denominarse Movimiento al Socialismo (MAS), de 1970, fue asimismo vituperada por el propio Betancourt como “disfraz comunista”. Ese mismo argumento del castrocomunismo ha sido usado contra Chávez desde 1999, pero fundamentalmente desde que se logra desarticular el golpe militar de abril de 2002, y fue el anticomunismo el argumento fundamental esgrimido por la derecha venezolana y sus adláteres en la contienda electoral del 2006. Chávez ha derrotado, por tanto, el sólido argumento anticomunista de todos los matices de la derecha venezolana, civilizada o irracional.
La historia del anticomunismo a nivel planetario data desde los tiempos mismos de la Revolución Rusa de 1917 y del golpe de estado bolchevique de noviembre de ese año conocido como la “gran revoluciòn de Octubre”. En esa época era posible hacer distinciones. Es decir, había un anticomunismo de izquierda y otro descaradamente derechista, más partidario de la restauración zarista que de un régimen democrático a la usanza de los tiempos actuales en el argot y en las políticas del derechismo ilustrado.
Los comunistas antibolcheviques pululaban en el movimiento socialista mundial por esos años de comienzos de 1920. Con el tiempo fueron en su mayoría absorbidos por la Guerra Fría en uno u otro bando [en el caso de las familias anarquistas Rudolf Rocker (1873-1958) encarnaría la corriente pronorteamericana mientras que Pedro Archinov (1887-1937), el reputado teórico del makhnovismo, encarnaría la opción prosoviética, al retornar a Rusia y adherirse al partido estalinista]; pocas formaciones sostuvieron realmente, a la vez, un antisovietismo demarcado de toda manipulación imperialista y un anticapitalismo intransigente, realmente se trató de minorías bastante exiguas que no pudieron impedir tras los procesos de descolonización de 1960 que las masas populares de los países emergentes vieran en la URSS un aliado importante en sus luchas contra las metrópolis coloniales. El postestalinismo (1953-1991) soviético supo galvanizar los movimientos tercermundistas de liberación y convertirlos en peones a su servicio en la disputa con la otra gran potencia que la Segunda Guerra mundial había dejado en la escena geopolìtica planetaria, los Estados Unidos de América.
Cuba sea quizá el ejemplo más ilustrativo que tengamos a mano, porque la China maoísta tuvo su propia andadura en cierta medida autónoma. Cuba es una pequeña isla del Caribe, cuyo Producto Territorial Bruto no es precisamente de los más codiciados en el comienzo de la década de 1960. Pero será Cuba el escenario de la primera confrontación atómica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a raíz de la crisis de los misiles de Octubre de 1962.
Por otro lado, el comunismo antisoviético dejó de existir como movimiento de masas con la entrada de las tropas del general Franco en la ciudadela anarquista de Barcelona en Febrero de 1939. Cataluña y, en general, la República española fue el escenario donde se dirimieron las diferencias entre el comunismo soviético y el anticomunismo de izquierdas. Pero si en Cataluña parecía que Luis Companys (1882-1940) era el gran beneficiario de la debacle anarcosindicalista, por un lado, y del auge del estalinismo. por el otro, realmente esa guerra civil en el seno de la izquierda comunista terminó favoreciendo al fascismo franquista que avanzaba sobre Cataluña. Companys, entregado por la Gestapo al régimen franquista, fue ajusticiado en el Castillo de Montjuic, el15 de octubre de 1940. No quiso que se le pusiera una venda en los ojos y murió gritando en catalán: “estáis matando a un hombre honrado, ¡por Cataluña!”
Ni los Companys ni la pequeña burguesía de izquierda llegarían a lograr sus objetivos de clase social hasta los comienzos de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. En efecto, el enfrentamiento bélico contra el fascismo y el nazismo en todo el mundo hizo que los distintos comunismos establecieran una alianza antifascista que se rompió luego de 1945. El mundo de la postguerra delineado por los estrategas anglosajones con el objeto de que el Imperio británico fuera realmente administrado por los Estados Unidos hizo que muchos comunistas antisoviéticos terminaran colaborando “con Occidente”. El anticapitalismo comunista se refugió en las catacumbas minoritarias de todos los exilios. O en la Yugoslavia de Tito, con todas las limitaciones que allí existían. Por su lado, el comunismo soviético que se había expandido a toda Europa oriental sobre las bayonetas del Ejército rojo vivía como un ratón de laboratorio, cercado y agredido permanente por el Occidente capitalista. La expansión soviética hacia Asia entraría en crisis tras la liquidación del estalinismo en Rusia con la muerte de Stalin (1953). Y, en la historia del comunismo asiático se reflejarían igualmente las discusiones que desde 1917 fueron permanentes entre los comunistas de todas las familias europeas.
Pero en América Latina el castrocomunismo sustituyó al comunismo soviético. Y el “peligro castrocomunista” marcó la política imperial hacia América Latina por casi cinco décadas. Las oligarquías y la derecha, civilizada o irracional, de América Latina, ha sufrido a lo largo del siglo XX de histerias represoras realmente dignas de mencionarse. Cabe mencionar la histeria antianarquista de principios de siglo. A raíz del ajusticiamiento del presidente William Mckinley (1843-1901) de los Estados Unidos, en 1901, por el joven anarquista León Czolgosz (1873-1901), un muchacho de origen polaco nacido en Detroit. Con Mckinley la ambición imperialista de los Estados Unidos comenzó a desbocarse deglutiendo los restos del imperio hispánico, Cuba entre otras perlas. El antianarquismo fue elevado a categoría jurídica en los pactos entre los Estados hispanoamericanos y fue incluso adoptado en algunas constituciones nacionales como la del postgomecismo venezolano. Posteriormente, en 1929, cuando el estalinismo se interesa por el bolchevismo latinoamericano, el antianarquismo, aun permaneciendo en el imaginario de la derecha oligárquica, da paso al anticomunismo.
Es ese anticomunismo el que ha derrotado el chavismo el 3 de diciembre de 2006. Alegando un socialismo todavía difuso, Hugo Chávez Frías pasará a la historia por haber desmitificado el discurso pentagonista de la derecha latinoamericana: el anticomunismo.-
Floreal Castilla
Venezuela, diciembre 2006
1 Comments:
At 5:36 p. m., Anónimo said…
se te retornan
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