CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

24 octubre, 2005

Ha muerto el compañero uruguayo Fernando O´Neill


Fernando O'Neill: Los laberintos de un militante*
En prisión (1945-1952) adhirió al anarquismo, y desde entonces y hasta su muerte -el martes 4- O'Neill no dejó de militar, investigar y reflexionar sobre la revolución social.
Carlos Caillabet
Hijo de un rematador de haciendas y administrador de campos, FernandoO'Neill nació en Mercedes en un hogar culto y desahogado económicamenteque lo impulsaba a seguir una carrera universitaria. Sin embargo, entrelos 18 y los 22 años, en "defensa del honor familiar", protagonizó varios enfrentamientos a cuchillo en el transcurso de los cuales hirió de gravedad a dos personas y mató a una tercera. O'Neill, un hombre en extremo razonador, amable e instruido, nunca manifestó arrepentimiento por su responsabilidad en estos episodios, pesea calificarlos como "lances tristes y sombríos que para bien y para malmarcaron mi destino para siempre". Años más tarde, en cierto modo, se justificó al escribir que, producto delas circunstancias, durante su "adolescencia se sentía atraído por elmundo del suburbio, donde resolver los asuntos a punta de cuchillo no eramal visto". Además, decía, en su familia casi era una tradición elejercicio de "la justicia por mano propia", así como las muertesviolentas: "Dos de mis tíos de la rama paterna cometieron homicidios yotro murió en las guerras civiles, y un tío materno murió apuñalado en unincidente con un vecino".Reflexionaba O'Neill que por la época en que hirió y mató aún existía enUruguay -sobre todo al norte del Río Negro- "un contexto culturalsemibárbaro que aceptaba (e incluso exigía) la violencia como formahonorable de zanjar ciertos conflictos interpersonales". Luego de permanecer recluido durante un año en la cárcel de Mercedes, en1946 fue trasladado a la de Miguelete. Hasta entonces O'Neill seconsideraba "un muchacho de la clase media que sentía un profundo rechazoo indiferencia hacia los valores morales propios de esa clase: el éxitoeconómico, el logro de un lugar relevante en la sociedad, una profesiónuniversitaria". Decía haber sentido durante su primera juventud una rebeldía contradeterminados personajes de su pueblo y no contra un sistema de cosas, "unarebeldía de muchacho ignorante que poco y nada sabía sobre el origen delas fortunas y el poder". En la cárcel de Miguelete O'Neill conoció alácrata catalán Pedro Boadas Rivas, allí recluido por haber participado enel asalto al Cambio Messina en 1928 y por haberse fugado en 1931 junto aotros anarquistas de la penitenciaría de Punta Carretas por un túnelconstruido desde la carbonería El Buen Trato y planificado por ellegendario anarquista argentino Miguel Ángel Roscigna, el primerdesaparecido según sostenía O'Neill.Cuando "conocí a Boadas mi universo era pobre y limitado; las cosas que meinteresaban eran simples y escasas", reconoció más tarde. Es Boadas "elque me arrima las primeras obras anarquistas que devoro y me seducenrápidamente". En 1947 es trasladado a Punta Carretas, donde establece contacto con elresto de los anarquistas de acción allí recluidos y comparte la celda condos de ellos: Domingo Aquino y José González Mentrosse.Liberado en 1952, y en combinación con anarquistas de la JuventudLibertaria de Montevideo, escribe y publica un librillo de 48 páginas quetitula Un ex penado habla, donde relata sus siete años de cárcel y acusade corrupción y malos tratos a muchas autoridades penitenciarias de laépoca. En el último capítulo O'Neill escribe: "Soy perfectamenteconsciente de la gravedad que encierran algunas de mis acusaciones, yestoy resuelto a mantenerlas delante de cualquier tribunal al que se mequiera hacer comparecer". Pero dejó constancia de que en caso de volver aprisión el entonces director general de Institutos Penales sería"responsable de cualquier agresión moral o física" contra su persona, puessabía que los carceleros eran "capaces de cualquier acción cobarde yruin". Sin embargo, el trabajo de O'Neill no sólo iba contra el sistemacarcelario y algunos funcionarios policiales: "Entre un rico y un ladrónprofesional, en el plano moral no existen diferencias fundamentales (...)el orden social burgués lleva en sí mismo gérmenes profundamenteantisociales y agresivos", escribía. DE ÁCRATA A TUPAMARO Como los 500 ejemplares editados se agotaron rápidamente, un distribuidorde diarios y revistas de apellido Martínez imprimió, para beneficiopropio, una edición de 2 mil ejemplares que vendió en todo el país y quele reportó una buena ganancia. O'Neill y sus compañeros no se molestaron,ya que gracias al tal Martínez la publicación se difundió con amplitud. Quizá fue así que el folleto llegó a manos del entonces periodista ManuelFlores Mora, quien publicó un artículo en la contratapa del semanarioMarcha a favor del ex preso, que a esa altura estaba acusado de "delito deimprenta" y corría riesgo de volver a prisión. Ya con méritos propios dentro de la militancia participó en 1956 de losdiez días de sesiones del Pleno Nacional Anarquista del que surge laFederación Anarquista del Uruguay (FAU). O'Neill integraba entonces ungrupo junto al zapatero Luis Aldao, el periodista Tato Lorenzo y GerardoGatti. Por entonces, acosado por obsesiones y contradicciones, O'Neill sesomete a una terapia psicoanalítica con el profesional Juan Carlos Plá.Pese a que el tratamiento -según él- le sirvió para tomar conciencia de lonegativo de la educación católica recibida durante su infancia, concluyóque el psicoanálisis "tendía a la readaptación del individuo al sistemaque combatía".Entre 1965 y 1967 O'Neill trabajó como empleado en el sindicato de Funsa yluego ordenó la Biblioteca Archivo Internacional Anarquista que funcionabaen el Palacio Díaz en Montevideo. Por esa época entre los ácratas se evidenciaron posiciones diferentes conrespecto a la revolución cubana. Mauricio y Gerardo Gatti, Carlos Fuques,Carlos Mechoso y O'Neill se identificaron con el proceso cubano. Por otrolado se nuclearon en torno a Bellas Artes y a la Comunidad del Sur losllamados "ortodoxos", que no aceptaban integrar ninguna organización queimplicara relaciones de jerarquía. Estos anarquistas también rechazaban laidea de "toma del poder" y sólo compartían con los cubanos las políticassociales, por ejemplo la reforma agraria. O'Neill sostenía que aceptaba "la valoración individual del militante perodentro de una organización, y en el caso de un conflicto entre ésta y elindividuo debían prevalecer los intereses de la organización sinconsiderar a la organización como un fin en sí mismo sino como uninstrumento para aproximarnos a una sociedad más justa". Para O'Neill no se podía tomar partido a favor de la revolución cubana yseguir considerándose anarquista. Le parecía más clara -aunque equivocada-la posición de Luce Fabbri, para quien "el signo que nos hace reconoceruna auténtica revolución es el hecho de que el primer impulso no estédirigido a la toma del poder". A fines de los años sesenta O'Neill ingresó al movimiento tupamaro y en1973 se debió exiliar primero en Chile, luego en Buenos Aires y finalmenteen Europa (Suecia y España). "Durante todo el exilio me consumía laposibilidad de regresar al Uruguay para enfrentar las barbaridades de ladictadura, pero cada vez que se planificaba el retorno surgíanimposibilidades operativas o algunas defecciones." Finalmente retornó a Uruguay en 1986. En sus últimos años de vida publicavarios libros: en 1993, Anarquistas de acción en Montevideo. 1927-1937, unexhaustivo trabajo de investigación donde intercala su propio testimoniode los años de convivencia con los ácratas, prologado por Osvaldo Bayer;en 2001, El caso Pardeiro, un ajusticiamiento anarquista, en el quereivindica la muerte, en 1932 en Montevideo, por el anarquista italianoBruno Antonelli ("Facha Bruta") del comisario uruguayo Pardeiro, acusadode torturador; y en 2003, Búsqueda y captura del comandante Doblas, unrepresor de su pago.
* Las palabras de O'Neill fueron tomadas de los libros que escribió, desus apuntes y de largas conversaciones mantenidas durante varios años conel autor de esta nota.
remitido por F. Castilla