CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

20 marzo, 2006

Recuerdo de actividades


Cuando en 1949 llegué a París no fue cosa facil encontrar una vivienda. Nos vimos obligados a desalojar la habitación que ocupabamos en el taller donde trabajaba mi hermana. Sacamos los pocos enseres en un carretón, y me veo atravesar desde cerca de "Opéra" hasta Belleville con mi cargamiento. Encontramos una habitación muy reducida en un sexto piso. Estos inconvenientes no nos impidieron intervenir en la vida orgánica, sobre todo en el plan material en las realizaciones culturales y de apoyo a nuestros presos y víctimas del franquismo. Debo decir que en este aspecto, durante la temporada de invierno, cada 15 días se realizaban alternativamente festivales de 'variétés" o representaciones teatrales en la sala Susset. Todo esto lo recordarán los compañeros que aún quedan en vida. Para los que no lo vivieron será una prueba más de la incansable actividad de los militantes de la época. El grupo artístico "Mosaicos Españoles" fue el animador.
En el plan teatral se representaron obras de renombre: "Nuestra Natacha"; "La casa de muñecas"; "La casa de Bernarda", entre otras. También se montaron varias zarzuelas: Los de Aragón, "Los claceles", la del manojo de rosas (los cantantes principales fueron el hijo de Juan Peiró y Teresa Rebull y su hermana). En lo que concierne a teatro, Arolas y Lasala fueron los directores del grupo. En cuanto a variedades artísticas, una cantidad de artistas, que sería muy largo enumerar tanto franceses como españoles. Citaremos de paso a Charo Morales que nos delectaba con sus danzas folclóricas. Claude Bessy participó con un grupo de sus alumnos de baile clásico. De cantantes tendríamos que recurrir a los archivos para no olvidar a ninguno, ya que todos merecen nuestro aprecio y recuerdo. Pues todos venían benevolamente. Antonio Montilla era uno casi permanente, pues se encontraba muy bien entre nosotros.
La sala en cuestión de unas quinientas plazas se llenaba cada 15 días sobre todo que después de la velada artística se hacía baile siempre con orquesta diferente. El ambiente de hermandad reinaba, y nunca tuvimos que lamentar disturbios. En un rincón de la sala había un mostrador, donde un equipo servía pasteles y bebidas no alcoholizadas. Recordaremos a dos humoristas, Antonio Ponce y Bobini que presentaban los espectáculos alternativamente. Este último nos hacía reir cuando en vez de decir "etcetera" decía "aceitera, aceitera"…
Las fiestas se terminaban siempre a horas avanzadas de la madrugada y había que dejar la sala en condiciones. Alguna vez, al terminar la velada, salíamos a pegar pasquines de protesta contra Franco asesino. Recorríamos las calles de los barrios populares a pié naturalmente. La motorización tardó en llegar.
Recordaré la manifestación antifranquista delante la embajada española: en el momento que la fuerza "pública" me empujaba en el furgón ya repleto, un pote de flores cayó a los pies de un policía. Pasabamos la noche en una dependencia del Grand Palais. Mi hermana hizo todo para encontrarme y me trajo un bocadillo.
Otra actividad fue la preparación del festival anual en la sala de la Mutualité en el mes de abril. Había que preparar el programa artístico, ir en busca de artistas, que nombrarlos a todos sería cansino, pero no olvidaremos a Georges Brassens, Mort Shuman, Serge Reggiani, Leny Escudero, Georges Moustaki, Maxime Leforestier, Carlos Mendia y nuestro amigo y compañero S. Utgé Royo. La presentación casi siempre estaba asegurada por Simone Chabillon. No nos faltó el apoyo de Suzy Chevet para preparar un programa cada año de calidad. El día de celebración nos teníamos que valer de taxis para llevar libros y bebidas a la sala. Nuestro recordado Roque Llop ponía todo su afán y calor en la venta de libros y publicaciones.
Los últimos testimonios recordamos toda esta obra cultural y también los mitines por la mañana, donde acudían con autocares de Orléans, Caen, Dijon, Bruselas y también individualmente hasta ver las 2.500 plazas ocupadas. Al paso de los años fue disminuyendo la asistencia. En 1977 ya no se utilizó la gran sala de la Mutualité. La pequeña ni siquiera llegamos a llenar. El último festival abrileño lo realizamos en el Bataclan. Aunque con menos asistencia, el ambiente fraternal nunca desfalleció: Los fallecimientos (inevitables), las mudanzas de compañeros han ido disminuyendo asistencia y actividad. Sin embargo, durante muchos años aún llevábamos a cabo en nuestro local (alquilado) del 33, Rue des Vignoles conferencias y veladas artísticas - podríamos decir familiares. Recordaremos lo animadas que eran las reuniones de fin de año, como también las fiestas del libro en la primavera. Todo esto ya está pasado pero no olvidado. Nuestra gran satisfacción sería que las generaciones siguientes llegasen a crear un ambiente de hermandad llevando a cabo actividades proselitistas.
por Valentin MONTANE
de CeNiT nº 978 de 7 de marzo