Un homenaje de verdad
Monte Artxanda, 18 de Junio 2006
Domingo 9 de julio de 2006.
“Y luego nos llevaron al campo de concentración de Mauthausen”. Marcelino Bilbao, 86 años, ex - combatiente en la CNT. “Me fui con la CNT, porque fueron los primeros en pasar por la fábrica, y me dieron un arma”
Tenía 16 años. Pensaba que le iban a matar en mil ocasiones en los años que siguieron: en el frente de Bizkaia, en Gijón, de donde les sacó un barco a última hora al que llegaron nadando de noche. En el frente del Ebro, en Cataluña. Cruzó la frontera un día después de que lo hiciera lo que quedaba del Gobierno de la República. Preso en Francia y luego la deportación al infierno de Mauthausen.
Hoy el 18 de Junio de 2006, a sus 86 años, anda algo nervioso. Ha venido desde Francia para participar en el homenaje que se realiza, demasiado tarde, a aquellas y aquellos que se enfrentaron al alzamiento fascista. “¿Queda alguien más del Batallón Isaac Puente?”, pregunta Marcelino. Quedan pocos, muy pocos de este batallón que rompía cercos para continuar luchando. Siempre luchando y retrocediendo, sabiendo que no podían ganar. Con un comandante que iba armado con un palo porque no quería matar a nadie.
Hoy les han organizado el homenaje en el Monte Artxanda. Con reconocimiento oficial. Marcelino agita la carta de invitación de CNT en el coche. Habla, cuenta, convierte el viaje de Donostia a Bilbao en una clase de historia.
En el homenaje, no le dejan hablar, ahí se explayan los políticos. El PNV se atribuye el protagonismo que no tuvo en los primeros meses del enfrentamiento, tan críticos para los republicanos. “En Donostia el PNV se dedicaba a vigilar iglesias a las que nadie atacaba”, contaba Manuel Chiapuso. Luego les arrolló la avalancha fascista y compartieron el destino de los demás: guerra, persecución, exilio o muerte. Así, hoy, todos los políticos citan a algún familiar perseguido, quien les otorga la autoridad moral de hablar en nombre de los verdaderos protagonistas de la historia.
Marcelino, como los demás, calla, escucha. Sea como sea es, finalmente, el reconocimiento tan esperado durante tanto tiempo. Con las banderas de la CNT detrás. No interferimos, no provocamos, nos “portamos”. No es nuestro día, es el suyo.
En el local, Marcelino vuelve a hablar. Del horror de Mauthausen, de los 8000 españoles que mataron ahí, de las humillaciones, los experimentos médicos, el frío, la cantera, los crematorios. Nos transfiere un capítulo de esta memoria histórica, como debe contarse. En primera persona. Con toda su crudeza. Sin olvidar nada.
Ya, en el coche, nos cuenta el final de uno de los comandantes de Mauthausen. Algunos de los supervivientes, ya libres y motorizados, le localizaron tomándose tranquilamente un café en el pueblo próximo al campo. Fueron a por él, para darle lo merecido. Aun así, el horror continua con ellos desde entonces. Marcelino nos lo ha podido contar y por ello ha merecido la pena ese día de homenaje.
“Y luego nos llevaron al campo de concentración de Mauthausen”. Marcelino Bilbao, 86 años, ex - combatiente en la CNT. “Me fui con la CNT, porque fueron los primeros en pasar por la fábrica, y me dieron un arma”
Tenía 16 años. Pensaba que le iban a matar en mil ocasiones en los años que siguieron: en el frente de Bizkaia, en Gijón, de donde les sacó un barco a última hora al que llegaron nadando de noche. En el frente del Ebro, en Cataluña. Cruzó la frontera un día después de que lo hiciera lo que quedaba del Gobierno de la República. Preso en Francia y luego la deportación al infierno de Mauthausen.
Hoy el 18 de Junio de 2006, a sus 86 años, anda algo nervioso. Ha venido desde Francia para participar en el homenaje que se realiza, demasiado tarde, a aquellas y aquellos que se enfrentaron al alzamiento fascista. “¿Queda alguien más del Batallón Isaac Puente?”, pregunta Marcelino. Quedan pocos, muy pocos de este batallón que rompía cercos para continuar luchando. Siempre luchando y retrocediendo, sabiendo que no podían ganar. Con un comandante que iba armado con un palo porque no quería matar a nadie.
Hoy les han organizado el homenaje en el Monte Artxanda. Con reconocimiento oficial. Marcelino agita la carta de invitación de CNT en el coche. Habla, cuenta, convierte el viaje de Donostia a Bilbao en una clase de historia.
En el homenaje, no le dejan hablar, ahí se explayan los políticos. El PNV se atribuye el protagonismo que no tuvo en los primeros meses del enfrentamiento, tan críticos para los republicanos. “En Donostia el PNV se dedicaba a vigilar iglesias a las que nadie atacaba”, contaba Manuel Chiapuso. Luego les arrolló la avalancha fascista y compartieron el destino de los demás: guerra, persecución, exilio o muerte. Así, hoy, todos los políticos citan a algún familiar perseguido, quien les otorga la autoridad moral de hablar en nombre de los verdaderos protagonistas de la historia.
Marcelino, como los demás, calla, escucha. Sea como sea es, finalmente, el reconocimiento tan esperado durante tanto tiempo. Con las banderas de la CNT detrás. No interferimos, no provocamos, nos “portamos”. No es nuestro día, es el suyo.
En el local, Marcelino vuelve a hablar. Del horror de Mauthausen, de los 8000 españoles que mataron ahí, de las humillaciones, los experimentos médicos, el frío, la cantera, los crematorios. Nos transfiere un capítulo de esta memoria histórica, como debe contarse. En primera persona. Con toda su crudeza. Sin olvidar nada.
Ya, en el coche, nos cuenta el final de uno de los comandantes de Mauthausen. Algunos de los supervivientes, ya libres y motorizados, le localizaron tomándose tranquilamente un café en el pueblo próximo al campo. Fueron a por él, para darle lo merecido. Aun así, el horror continua con ellos desde entonces. Marcelino nos lo ha podido contar y por ello ha merecido la pena ese día de homenaje.
2 Comments:
At 12:37 p. m., Anónimo said…
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At 11:23 p. m., Anónimo said…
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