CeNiT 989: Los adolescentes y el cannabis
De más en más adolescentes consumen cannabis, tabacos, alcoholes, y eso de más en más joven. Esto no deja de desamparar la sociedad, y particularmente los padres, los médicos, y el personal de enseñanza. La gravedad del problema es que el cerebro de un adolescente está en plena reestructuración, entre 11 y 16 años, creando nuevos circuitos.
¿Qué efectos provocan esas drogas en esos momentos? Dificil es decirlo, no se tiene bastante distancia de estudios, pero es seguro que las secuelas no son despreciables. Es importante de alertar la juventud, que antes de 16 años el uso de esos psicotropos es peligroso. A partir de esas edades sería ilusorio el impedir a los adolescentes la consumación; es por lo tanto urgente poner el acento en los peligros de desocialización y las consecuencias al nivel de la salud y frente a las leyes.
Para romper algún prejuicio notemos que actualmente los jóvenes cunsumidores de canabis no son, forzosamente, fumadores de tabaco, y los que toman drogas dichas “duras” no pasan por obligación por el cannabis; existen varios tipos de consumidores. El joven empieza tomando cannabis de forma recreativa, en las veladas, entre amiguitos… El cannabis, tomado solo y ocasionalmente, no parece ser más peligroso en el plan físico que el alcohol tomado en las mismas condiciones. Es otra cosa cuando están asociados entre ellos, o tomados con otras drogas como el "extasy" o el "crack”.
Es demostrado el aumento de accidentes de la circulación al igual que las relaciones sexuales no protegidas. Estas conllevan embarazos no deseados y enfermedades sexualmente transmisibles. Desgraciadamente ciertos jóvenes empiezan su consumo de droga por la mañana, antes de ir a la escuela, al colegio o en otros momentos no apropiados. Los especialistas llaman esto en lengua gala “mésusage”, es decir el uso sin necesidad, fuera de tiempo, de lugar o sin medidas. Además de los riesgos ya mencionados, se establece una dependencia psíquica. Esta pérdida de control lleva el consumidor a una espiral en la que las dosis se aumentan para obtener el mismo efecto. Por otra parte se desocializan alargándose de sus relaciones (amigos, actividades, distracciones, ) incluso de su familia. Su escolaridad es perturbada, llegando en ser excluido de la escuela o de su trabajo, lo que tiene por motivo de agravar la situación.
Existe un 5% de consumidores que toman cannabis como medicamento, el cual va a calmar sus angustias y ayudarles para dormir; ciertos jóvenes bajo tratamiento de Ritaline compensan este medicamento con el cannabis. En ese caso los médicos han constatado que, siguiendo la medicación de Ritaline, ese joven regresa o para el consumo de cannabis.
A fuerte dosis, el THC (molécula la más contenida en el cannabis) provoca alucinaciones, angustias importantes, sobre todo en los que tienen un psiquismo frágil.
El THC actua de la misma manera que la cocaína, la heroína o el alcohol, toca el sistema neurobiológico así como el cortex, provoca taquicardia (trastornos cardiacos), disminución de la memoria a corto plazo, de la actividad y coordinación motriz. A alta dosis provoca psicosis sobre las personas predispuestas, el humo provoca bronquitis crónicas, ver cáncer.
Cuando se para el tratamiento con THC, se puede notar insomnio y angustias, es difícil saber si es el destete que provoca ese fenómeno; parecería que ese trastorno fuese anterior al tomo de THC y que este oculte de momentáneamente el problema; otros trastornos psíquicos pueden resurgir cuando el canabis esconde esas manifestaciones sin curarlas.
¿Cómo señalar esa juventud con “problemas”? El niño entra en adolescencia de más en más joven; esto crea un desfase entre su cuerpo y su psiquismo, existen cuestionarios a disposición de las enfermeras de escuelas, revelan si el joven está dispuesto a coger riesgos inconsiderados, si consume alcohol o cannabis solo, si tiene problemas con sus amigos, en clase, con su familia. La exclusión en el sentido general es un factor importante en el “mésusage” (abuso) de esas substancias.
La prevención escolar es valable y buena si el cuerpo de enseñanza se implica de lleno en este trámite, tomando en conocimiento de causa y a conciencia en el seno del equipo. No puede ser impuesta, puede ser abierta a intervenciones exteriores, priviligiando los cursos teóricos.
En el Canadá, los profesores y maestros se forman para hacer frente a esos problemas que pueden surgir, trabajan en escuchar y comunicar con mirada positiva, cogen las oportunidades que se presentan para establecer reglas de vida, participando a ellas el equipo de enseñanza, el joven y la familia, dando de esta manera una convivialidad y un seguro en el seno del establecimiento escolar… Esto pide tiempo y discusiones, porque de cada toma de conciencia nace una reflexión, y el diálogo es la base de salida para la lucha contra el alcohol, el tabaco, el cannabis y todas las formas y clases de drogas.
Fuente: Conferencia del Profesor Pierre André Michaud, especialista de medicina infantil.
¿Qué efectos provocan esas drogas en esos momentos? Dificil es decirlo, no se tiene bastante distancia de estudios, pero es seguro que las secuelas no son despreciables. Es importante de alertar la juventud, que antes de 16 años el uso de esos psicotropos es peligroso. A partir de esas edades sería ilusorio el impedir a los adolescentes la consumación; es por lo tanto urgente poner el acento en los peligros de desocialización y las consecuencias al nivel de la salud y frente a las leyes.
Para romper algún prejuicio notemos que actualmente los jóvenes cunsumidores de canabis no son, forzosamente, fumadores de tabaco, y los que toman drogas dichas “duras” no pasan por obligación por el cannabis; existen varios tipos de consumidores. El joven empieza tomando cannabis de forma recreativa, en las veladas, entre amiguitos… El cannabis, tomado solo y ocasionalmente, no parece ser más peligroso en el plan físico que el alcohol tomado en las mismas condiciones. Es otra cosa cuando están asociados entre ellos, o tomados con otras drogas como el "extasy" o el "crack”.
Es demostrado el aumento de accidentes de la circulación al igual que las relaciones sexuales no protegidas. Estas conllevan embarazos no deseados y enfermedades sexualmente transmisibles. Desgraciadamente ciertos jóvenes empiezan su consumo de droga por la mañana, antes de ir a la escuela, al colegio o en otros momentos no apropiados. Los especialistas llaman esto en lengua gala “mésusage”, es decir el uso sin necesidad, fuera de tiempo, de lugar o sin medidas. Además de los riesgos ya mencionados, se establece una dependencia psíquica. Esta pérdida de control lleva el consumidor a una espiral en la que las dosis se aumentan para obtener el mismo efecto. Por otra parte se desocializan alargándose de sus relaciones (amigos, actividades, distracciones, ) incluso de su familia. Su escolaridad es perturbada, llegando en ser excluido de la escuela o de su trabajo, lo que tiene por motivo de agravar la situación.
Existe un 5% de consumidores que toman cannabis como medicamento, el cual va a calmar sus angustias y ayudarles para dormir; ciertos jóvenes bajo tratamiento de Ritaline compensan este medicamento con el cannabis. En ese caso los médicos han constatado que, siguiendo la medicación de Ritaline, ese joven regresa o para el consumo de cannabis.
A fuerte dosis, el THC (molécula la más contenida en el cannabis) provoca alucinaciones, angustias importantes, sobre todo en los que tienen un psiquismo frágil.
El THC actua de la misma manera que la cocaína, la heroína o el alcohol, toca el sistema neurobiológico así como el cortex, provoca taquicardia (trastornos cardiacos), disminución de la memoria a corto plazo, de la actividad y coordinación motriz. A alta dosis provoca psicosis sobre las personas predispuestas, el humo provoca bronquitis crónicas, ver cáncer.
Cuando se para el tratamiento con THC, se puede notar insomnio y angustias, es difícil saber si es el destete que provoca ese fenómeno; parecería que ese trastorno fuese anterior al tomo de THC y que este oculte de momentáneamente el problema; otros trastornos psíquicos pueden resurgir cuando el canabis esconde esas manifestaciones sin curarlas.
¿Cómo señalar esa juventud con “problemas”? El niño entra en adolescencia de más en más joven; esto crea un desfase entre su cuerpo y su psiquismo, existen cuestionarios a disposición de las enfermeras de escuelas, revelan si el joven está dispuesto a coger riesgos inconsiderados, si consume alcohol o cannabis solo, si tiene problemas con sus amigos, en clase, con su familia. La exclusión en el sentido general es un factor importante en el “mésusage” (abuso) de esas substancias.
La prevención escolar es valable y buena si el cuerpo de enseñanza se implica de lleno en este trámite, tomando en conocimiento de causa y a conciencia en el seno del equipo. No puede ser impuesta, puede ser abierta a intervenciones exteriores, priviligiando los cursos teóricos.
En el Canadá, los profesores y maestros se forman para hacer frente a esos problemas que pueden surgir, trabajan en escuchar y comunicar con mirada positiva, cogen las oportunidades que se presentan para establecer reglas de vida, participando a ellas el equipo de enseñanza, el joven y la familia, dando de esta manera una convivialidad y un seguro en el seno del establecimiento escolar… Esto pide tiempo y discusiones, porque de cada toma de conciencia nace una reflexión, y el diálogo es la base de salida para la lucha contra el alcohol, el tabaco, el cannabis y todas las formas y clases de drogas.
Fuente: Conferencia del Profesor Pierre André Michaud, especialista de medicina infantil.
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