MICHELLE ANGIOLILLO
MICHELLE ANGIOLILLO
El 20 de agosto de 1897, el anarquista italiano Michelle Angiolillo era ejecutado por garrote vil en la cárcel de Bergara, tras un juicio sumarísimo por un Tribunal Militar. Al morir gritó ¡Germinal! (naceran otros nuevos).
Angiolillo había sido detenido en el Balneario de Santa Agueda (Arrasate) tras matar a tiros a Antonio Cánovas del Castillo, presidente del gobierno español y artífice de la Restauración de la monarquía.
Michelle Angiolillo había nacido en la ciudad italiana de Foggia, tipografo y periodista, militante anarquista, se trasladó a España con el deseo de matar a quienes consideraba responsables de la represión contra los anarquistas catalanes, que fueron torturados en el castillo de Montjuich. Estos posteriormente serían juzgados en los llamados Procesos de Montjuich. Se dictaron 8 penas de muerte, que fueron ejecutadas y numerosas penas de prisión y deportaciones.
En aquel momento, tras unos años en que el gobierno de Sagasta había permitido que los restos dela Primera Internacional reaparecieran en el Congreso de Barcelona (1881) como la Federación Regional de Trabajadores de España, el anarco - sindicalismo había quedado deshecho por la represión. Un sector del anarquismo optó por la violencia contra los símbolos de la burguesía y de la Iglesia, lo que provocó una mayor represión contra el conjunto del anarquismo y del sindicalismo de carácter anarquista.
A primeros de agosto, Michelle Angiolillo tomó el tren en la estación del Norte de Madrid y se apeó en la población de Zumarraga. Allí tomó un carro que le condujo al Balneario de Santa Agueda. Se presentó como Emilio Rinaldi, tenedor de libros y corresponsal del periódico italiano "Il Popolo". Pocos días después mató a Cánovas del Castillo de tres tiros, mientras éste leía el periódico. Fue detenido inmediatamente, juzgado y condenado a muerte. Declaró que había matado a Cánovas en venganza por los fusilamientos del Proceso de Montjuïc. En la actualidad, la cárcel de Bergara es ocupada por el "gaztetxe" y todos los años, al cumplirse el aniversario de su ejecución, manos anónimas colocan rosas rojas en el cementerio.
El 20 de agosto de 1897, el anarquista italiano Michelle Angiolillo era ejecutado por garrote vil en la cárcel de Bergara, tras un juicio sumarísimo por un Tribunal Militar. Al morir gritó ¡Germinal! (naceran otros nuevos).
Angiolillo había sido detenido en el Balneario de Santa Agueda (Arrasate) tras matar a tiros a Antonio Cánovas del Castillo, presidente del gobierno español y artífice de la Restauración de la monarquía.
Michelle Angiolillo había nacido en la ciudad italiana de Foggia, tipografo y periodista, militante anarquista, se trasladó a España con el deseo de matar a quienes consideraba responsables de la represión contra los anarquistas catalanes, que fueron torturados en el castillo de Montjuich. Estos posteriormente serían juzgados en los llamados Procesos de Montjuich. Se dictaron 8 penas de muerte, que fueron ejecutadas y numerosas penas de prisión y deportaciones.
En aquel momento, tras unos años en que el gobierno de Sagasta había permitido que los restos dela Primera Internacional reaparecieran en el Congreso de Barcelona (1881) como la Federación Regional de Trabajadores de España, el anarco - sindicalismo había quedado deshecho por la represión. Un sector del anarquismo optó por la violencia contra los símbolos de la burguesía y de la Iglesia, lo que provocó una mayor represión contra el conjunto del anarquismo y del sindicalismo de carácter anarquista.
A primeros de agosto, Michelle Angiolillo tomó el tren en la estación del Norte de Madrid y se apeó en la población de Zumarraga. Allí tomó un carro que le condujo al Balneario de Santa Agueda. Se presentó como Emilio Rinaldi, tenedor de libros y corresponsal del periódico italiano "Il Popolo". Pocos días después mató a Cánovas del Castillo de tres tiros, mientras éste leía el periódico. Fue detenido inmediatamente, juzgado y condenado a muerte. Declaró que había matado a Cánovas en venganza por los fusilamientos del Proceso de Montjuïc. En la actualidad, la cárcel de Bergara es ocupada por el "gaztetxe" y todos los años, al cumplirse el aniversario de su ejecución, manos anónimas colocan rosas rojas en el cementerio.
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