CENIT 984: Hace 70 años: Anécdota de dos aragoneses campesinos
por Miguel GRAU
En aquel lejano Julio de 1936 se alzaron en España los mlitares fascistas para imponer al pueblo español una dictadura de horror y crimen. Media España de militares fascistas, curas y sacristanes lucharon contra la otra media, que defendía las libertades más esenciales, donde el pueblo heróico logró en parte detener al intento fascista, que después de dos años y medio de luchas fue el pueblo leal mártir de la derrota.
Muchos años han pasado sin señalar muchas de anécdotas de aquel 19 de Julio de 1936, en la cual me veo hoy oportuno de recordarlo antes que las memorias desaparezcan por los libres aires. Nuestros días más largos del año fueron aquellos 18 y 19 de Julio 1936. Eran las diez a las once de la mañana cuando mi compañero de trabajo vino a darme la noticia del levantamiento militar fascista, que hacía días que era amenazante: como así el principio de la Revolución social, que en nombre de toda la clase de trabajadores y sus organizaciones se imponían contra el fascismo y defender al pueblo español como legítimo leal.
Cuando el sol de Julio deja caer sus rayos en los campos y pueblecitos por toda aquella Conca de Barbera, provincia de Tarragona, sitio de trabajo de los dos maños campesinos. Cansados y suderosos, desbrochados los cuellos de las camisas dejemos las herramientas de trabajo y como revolucionarios libertarios fuimos camino de las barricadas que los trabajadores de aquellas tierras catalanas habían comenzado a levantar. Hoy pienso en aquellas horas, ya muy lejanas cuando mi compañero de trabajo y de organización, Floreal Carbó, ya muerto en el exilio, me decía en aquellos momentos: "Este año no tendremos verano ni tardes que podamos hacer la siesta". Así se entragron el 19 de Julio 1936 dos aragoneses calandinos al movimiento revolucionario, ya que tenían la experiencia de hecho y movimientos sociales pasados en el pueblo que los vió nacer.
Los días se nos hacían largos, y las noches se nos hacían cortas en aquellas tierras catalanas, nuestros sueños eran agitados y nerviosos para poder saber lo que todos esperábamos en este pueblecito de Barbera de la Conca, pueblecito de payeses. En aquellos tiempos existían dos sindicatos, como tal se podían llamar: el de los ricos y el de los pobres, que no eran del todo pobres, puesto que todos eran amos de sus tierras: en el de los ricos los gordos de derechas, en el de los pobres los de izquierda, mayoría socialistas, y otras entidades, que los dos aragoneses frecuentaban, ya que la CNT no existía en aquel pintoresco pueblecito. Pero los dos campesinos aragoneses estábamos en contacto con la CNT, que existía en Montblanc, ciudad medieval del sector. Dos o tres días pasemos en una guerra constante de nervios, que estaban a punto de terminar con nuestras fuerzas físicas, pero más interesados que nadie no se podían quebrar. Las carreteras eran bien controladas en aquel sector: ya nos llegaba la noticia que Barcelona era en manos de las fuerzas CNT-FAI tras una lucha cruenta de los compañeros. Así fue liberada toda Cataluña, que era el poder del pueblo proletario donde intervinieron todas las fuerzas de sentimientos antifascistas. Los nervios se calmaron y las noches eran tranquilas. En Cataluña ya florecía el sol dando luz a la victoria. Pero la lucha no era terminada, y los dos maños campesinos salieron volando a enrolarse en las Columnas confederales, que salían hacia sus tierras de Aragón: el uno se fue a formar parte de la Columna Durruti y el otro tomó camino de Aragón, en la Columna Antonio Ortiz, que después de haber participado en el avance por las tierras de Aragón. Llegó el plante de no avanzar más; aquí llegó el juego político de la mal llamada militarización, pasando hacer -si mal no recuerdo- Columna Ortiz, junto con la Carod-Ferrer, 25 división y la Columna Durruti 26 división, con el nombre de confederales. Esto no impidió que los dos aragoneses tomaran parte en las batallas contra el fascismo, cada uno en su sector y unidad. La continuación de estos dos Aragoneses ya está estampada en la historia de la Revolución social española de 1936.
Esta es la anécdota de los dos Aragoneses, como muchas que se puedan escribir.
En aquel lejano Julio de 1936 se alzaron en España los mlitares fascistas para imponer al pueblo español una dictadura de horror y crimen. Media España de militares fascistas, curas y sacristanes lucharon contra la otra media, que defendía las libertades más esenciales, donde el pueblo heróico logró en parte detener al intento fascista, que después de dos años y medio de luchas fue el pueblo leal mártir de la derrota.
Muchos años han pasado sin señalar muchas de anécdotas de aquel 19 de Julio de 1936, en la cual me veo hoy oportuno de recordarlo antes que las memorias desaparezcan por los libres aires. Nuestros días más largos del año fueron aquellos 18 y 19 de Julio 1936. Eran las diez a las once de la mañana cuando mi compañero de trabajo vino a darme la noticia del levantamiento militar fascista, que hacía días que era amenazante: como así el principio de la Revolución social, que en nombre de toda la clase de trabajadores y sus organizaciones se imponían contra el fascismo y defender al pueblo español como legítimo leal.
Cuando el sol de Julio deja caer sus rayos en los campos y pueblecitos por toda aquella Conca de Barbera, provincia de Tarragona, sitio de trabajo de los dos maños campesinos. Cansados y suderosos, desbrochados los cuellos de las camisas dejemos las herramientas de trabajo y como revolucionarios libertarios fuimos camino de las barricadas que los trabajadores de aquellas tierras catalanas habían comenzado a levantar. Hoy pienso en aquellas horas, ya muy lejanas cuando mi compañero de trabajo y de organización, Floreal Carbó, ya muerto en el exilio, me decía en aquellos momentos: "Este año no tendremos verano ni tardes que podamos hacer la siesta". Así se entragron el 19 de Julio 1936 dos aragoneses calandinos al movimiento revolucionario, ya que tenían la experiencia de hecho y movimientos sociales pasados en el pueblo que los vió nacer.
Los días se nos hacían largos, y las noches se nos hacían cortas en aquellas tierras catalanas, nuestros sueños eran agitados y nerviosos para poder saber lo que todos esperábamos en este pueblecito de Barbera de la Conca, pueblecito de payeses. En aquellos tiempos existían dos sindicatos, como tal se podían llamar: el de los ricos y el de los pobres, que no eran del todo pobres, puesto que todos eran amos de sus tierras: en el de los ricos los gordos de derechas, en el de los pobres los de izquierda, mayoría socialistas, y otras entidades, que los dos aragoneses frecuentaban, ya que la CNT no existía en aquel pintoresco pueblecito. Pero los dos campesinos aragoneses estábamos en contacto con la CNT, que existía en Montblanc, ciudad medieval del sector. Dos o tres días pasemos en una guerra constante de nervios, que estaban a punto de terminar con nuestras fuerzas físicas, pero más interesados que nadie no se podían quebrar. Las carreteras eran bien controladas en aquel sector: ya nos llegaba la noticia que Barcelona era en manos de las fuerzas CNT-FAI tras una lucha cruenta de los compañeros. Así fue liberada toda Cataluña, que era el poder del pueblo proletario donde intervinieron todas las fuerzas de sentimientos antifascistas. Los nervios se calmaron y las noches eran tranquilas. En Cataluña ya florecía el sol dando luz a la victoria. Pero la lucha no era terminada, y los dos maños campesinos salieron volando a enrolarse en las Columnas confederales, que salían hacia sus tierras de Aragón: el uno se fue a formar parte de la Columna Durruti y el otro tomó camino de Aragón, en la Columna Antonio Ortiz, que después de haber participado en el avance por las tierras de Aragón. Llegó el plante de no avanzar más; aquí llegó el juego político de la mal llamada militarización, pasando hacer -si mal no recuerdo- Columna Ortiz, junto con la Carod-Ferrer, 25 división y la Columna Durruti 26 división, con el nombre de confederales. Esto no impidió que los dos aragoneses tomaran parte en las batallas contra el fascismo, cada uno en su sector y unidad. La continuación de estos dos Aragoneses ya está estampada en la historia de la Revolución social española de 1936.
Esta es la anécdota de los dos Aragoneses, como muchas que se puedan escribir.
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