CENIT portavoz de la regional exterior de la cnt-ait

"SI CADA REFUGIADO ESPAÑOL NARRASE SIMPLEMENTE LO QUE HA VIVIDO, SE LEVANTARÍA EL MÁS EXTRAORDINARIO Y CONMOVEDOR DE LOS MONUMENTOS HUMANOS" FEDERICA MONTSENY, 1978

17 junio, 2006

CeNiT nº 982: Los que nos van dejando


Cada compañero que nos deja -(que se nos va tras esa última orilla sin retorno)- es algo así como un pétalo desprendido de esa rosa ("rosa de los vientos") cuyo cogollo va debilitándose ausencia tras ausencia. Pero esta "hoja del árbol caída" que cantaría Bécquer, a quien tenemos que referirnos hoy, tienen para este cronista un significado dramáticamente especial.
Porque Sebastián Pino Panal, con sus nueve décadas y pico sobradamente cumplidas, no lo ha "pasaportado" el hecho concreto de su dilatada prolongación vivida; tampoco eso que tanto se estila ahora como es el "estress", las crisis depresivas, las "amarguras", los desengaños ni esas inevitables "rivalidades" que suelen llevar consigo las militancias activas, etc. No hacen más que unos cuantos días conversamos y lo encontré, eso sí, un poco cansado. El estado de salud de Antonia, su compañera, le preocupaba. Pero Sebastián era -y lo fue siempre- un ser abnegado, fuerte, muy entero. Nos conocimos casi desde niños. El en Algeciras y yo en Jerez de la Frontera compartíamos militancia en el mismo organismo específico y teníamos una relación frecuente y siempre muy cordial. Siempre que me desplazaba a Algeciras paraba en su casa; recuerdo que "peleaba mucho" con su hermana Rosario, a la que quería tanto. Nuestras peleas tenían un carácter puramente infantil: consistian en disputarnos los "potingues de tocador" a los que ambos éramos tan propicios…
—¡Qué tiempos aquellos, Sebastián! ¡Qué años tan felices, cuando "nuestra Casa" era una casa única, inexpugnable y nosotros, TODOS, formábamos una sola y sólida familia. Una familia unida y con la mente sin sombras y el corazón rebosando sueños e ilusiones…
Yo llevaba vivos los recuerdos de "LA VOZ DEL CAMPESINO" que dirigía aquel cerebro tan bien organizado que fue de los primeros en sucumbir al fascismo y que se llamaba como tú, Sebastián (Sebastián Oliva). Y ahí, en Algeciras -(donde llegué llamándome "Pedro Rincón", de Grazalema, me encontré con "La Protesta" que hacía el incomparable Manolo García Liaño, tan "despistado siempre, tan "ingenuo", pero trabajando noches enteras porque -(estos jóvenes de hoy no saben lo que entonces había que trabajar para sacar un semanario adelante)- había que montar las galeradas a base de dedos ágiles y buscando las letras- una a una- en los famosos cajetines. Recuerdo que yo me pasaba horas y horas con Liaño y con sus simpáticos "despistes". ¡Cuántas veces me preguntaba: -"Así que tú conoces a Vega Alvarez de Jerez?" No llegó a enterarse de "Pedro Rincón" era "Vega Alvarez". Me repetía una y otra vez que también él le conocía, pero sólo a través de las colaboraciones que le hacía para el periódico.
Pero no sé por qué te recuerdo ahora estas cosas y aquellos tiempos, Sebastián. Tú dirás que soy tan "despistado" como el inolvidable y buenísimo Liaño… ¡Qué habrá sido de él?
Pero, no. No soy tan "despistado". ¡Es que no puedo…! ¡Que no quiero creer que te hayas ido! Fue Miajas, Fructuoso Miajas quien desde Ceuta me dió la noticia, y aún no me ha sido posible volver a hablar con él. Estaba muy triste. Muy afectado. Ni tú ni yo, que lo conocimos desde niño; que compartió con nosotros los trabajos, los afanes y los riesgos que suponía mantener un periodiquito como el que hacíamos en aquella "clandestinidad", que nada tenía de similitud con "aquella otra" de guante blanco y hoteles de 5 estrellas que tanto restregaron por la cara los famosos capitostes de la "política" regeneradora de los pueblos y de los hombres. Lo encontré, muy agotado y muy vencido por los años, los trabajos y los sacrificios…
Tú no estés triste, Sebastián; tú sabes lo mucho que has significado en nuestro afecto, en nuestras múltiples "peregrinaciones" y en nuestras propias vidas. Todo compartido siempre. Todo llevado con ilusión, pero sin altanerías, sin ir por la vida "con el colmillo retorcido"… Siempre jóvenes, siempre con el optimismo y la faz sonriente del que sabe que es ese y NO OTRO EL CAMINO. Que la ciencia está en saber que al hombre -(base fundamental de los pueblos, de la sociedad y de la propia vida)- hay que formarlo, educarlo, hacerlo radical y profundamente nuevo)- para que sea nueva y fraternal esa sociedad que un día TODOS SOÑAMOS JUNTOS…
Así que ya sabes: no te olvidamos jamás aquellos que de verdad te conocimos y te apreciamos. Aunque siempre fuiste más formalete y serio que nosotros, hay que tomarlo todo -¡hasta la Muerte!- por su lado normal e inevitable. Hay que sonreir siempre. Y… ¿Qué más puedo decirte: solo esto: -"¡Hasta pronto)"
por C. VEGA ALVAREZ