CENIT: Esto y aquello
El Ejército Rojinegro
(1939-2006)
“Español del éxodo de ayer
Y español del éxodo de hoy:
Te salvarás como hombre,
Pero no como español.
No tienes patria ni tribu. Si puedes,
Hunde tus raíces y tus sueños
En la lluvia ecuménica del sol.
Y yérguete… ¡Yérguete!
Que tal vez el hombre de este tiempo…
Es el hombre movible de la luz,
Del éxodo y del viento”.-
León Felipe (Julio, 1939).-
El Ejército Rojinegro no se rindió; la guerra social no ha terminado. Hombres y mujeres libres partieron de la Península a Francia en 1939, y de ahí en adelante surcaron los mares de todos los océanos a bordo de buques piratas. En Francia, como es costumbre en ellos, formaron un comité. Y murmuraban su estribillo que estimulaba el valor:
“Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad,mi ley, la fuerza y el viento,mi única patria, la mar.”
Llegaron a México y recibieron el abrazo fraternal de Lázaro Cárdenas, mientras que los de Francia vivían el vía crucis de la Segunda Guerra Mundial, es decir, la continuación de la Guerra española.
Tanques del Ejército Rojinegro entraron al París sin nazis. Antimilitaristas convictos formaron guerrillas de los maquis. En Italia se hicieron partisanos y en Yugoslavia acompañaron a Tito. Los desterrados españoles se regaron por Europa y por América.
La expedición del Granma (1956), que contaba entre sus integrantes al argentino asmático que después, en 1967, en Bolivia ofrendaría su vida por la utopía eterna de los hombres libres, fue entrenada por soldados rojinegros desterrados.
Nada los amilanó. Nada. Campos de concentración; cárceles; asesinatos; tenebrosas jugadas de la política mundial en el tablero español. Nada.
Siguieron, sin embargo, con sus manías revolucionarias, y allí donde hubo luz sembraron rebeldìas y donde no la había sembraron claridades. Venían del pueblo y eran pueblo. Nunca dejaron de serlo.
El Ejército Rojinegro, imbatible, organizó el Poder de la cultura, de la prensa obrera –no había Tele en esa época, estaba “en período de prueba”, y la Radio asustaba todavía, con su voz sin rostro, a la gente de a pie-, editaba libros artesanales de ejemplares contados. Pero la semilla se esparcía. Sí señor, se esparcía.
Francia y México, en ese orden de importancia, se convirtieron en los cuarteles del Ejército Rojinegro. Desde Rusia llegaban directrices, algunos las acataban, quizá los menos, pero la mayoría no le hacía caso. Londres metía sus manos inescrupulosas suscitando rivalidades, jugando con la vanidad humana y con los resentimientos y cicatrices que las batallan dejan en los seres humanos.
Una sola obsesión era la de todos, que España volviera a ser libre, democrática, republicana, federal y libertaria. Los Pirineos se convirtieron en la frontera de nubes por donde se escabullían los que retornaban a dar batalla y los que se iban buscando un mundo menos sórdido: el peregrinaje de los santos no cesaba.
España era una inmensa cárcel, un totalitarismo católico del siglo XX, quizá el único totalitarismo de la centuria. El Chile pinochetista llegó a asemejársele pero siempre fue copia débil a pesar de los muertos y de los presos. Los exilados de adentro no vivían, tan sólo suspiraban; que tardaba, pero llegaría la libertad.
Por eso mártires suyos son tanto Joaquín Delgado y Francisco Granados (ejecutados por garrote vil en 1963) como Julián Grimau (1911-1963), mártires del mismo pueblo, de la misma gente. Así como, entre los últimos caídos se cuenta a Salvador Puig Antich (1948-1974) y no podemos olvidarnos de los ejecutados del “Proceso de Burgos”. Por eso, y por más cosas, la inusual despedida del almirante Carrero Blanco fue celebrada en todas las guarniciones del Ejército Rojinegro, adentro y afuera.
Los tiempos cambiaron. Los hijos de los hijos del destierro tenían que hacer lo suyo. Escribir su propia vida, hacerse historia en la historia, darle rienda suelta a sus genes. El mundo cambiaba. Ya reinaba la Tele, el hijo del obrero llegaba a la universidad, y los veteranos del Ejército Rojinegro todavía asistían a escuchar a la Federica como en los viejos tiempos.
Ya los buques piratas yacían en el fondo del mar y podías ir de América a Europa en pocas horas. Y, repentinamente, hete aquí otra vez la Revolución. Paris se alza, los iracundos del movimiento estudiantil y de la juventud obrera comienzan a reinventar el trabajo de los alquimistas de 1871, de 1905, de 1917, de 1934, de 1936… Un veterano catalán le dice a Carlos Fuentes, el novelitas mexicano que en ese entonces era todavía una persona decente, en el Barrio Latino: “coño, creí que no volvería a verla…”
Los frutos de los sembradores del Ejército Rojinegro comienzan a cosecharse. Hay de todo, para todos los gustos, pero las raíces son las mismas. El viejo topo no ha fallecido de aburrimiento…ni de gloria; que todo debe empezar de nuevo.
Surge, luego, por doquier, Chiapas, Venezuela, Bolivia, Mapuches, Oaxaca, yo qué sé, los del Ejército Rojinegro han querido cambiar el mundo y, encima, cambiar la vida. ¡Una pendejada! ¡Casi nada!
Pero los años no pasan en balde y es hora de irse, no queda más remedio. Otros seguirán en la lucha social: sangre nueva en odres viejos. Se cierran las ventanas pero se abren las puertas. El tragaluz del Cenit se ha cerrado, pero ha dejado una organización con amplias perspectivas e intacto al Ejército Rojinegro. Vamos, que no es cualquier cosa la herencia.
Pero los que se hacen longevos a pesar de las heridas, de las mortificaciones y de los ausentes siguen pensando en España, siguen. Señores, aquí nadie se ha rendido todavía; la guerra social continúa.
Y lo saben porque se los dijo el poeta en 1939:
“Para salvar al hombre
Hay tres jugadas:
La roja blasfemia,
La verde plegaria
Y la baba amarilla y senil
De la democracia”.
FLOREAL CASTILLA
Venezuela, 2006.-
(1939-2006)
“Español del éxodo de ayer
Y español del éxodo de hoy:
Te salvarás como hombre,
Pero no como español.
No tienes patria ni tribu. Si puedes,
Hunde tus raíces y tus sueños
En la lluvia ecuménica del sol.
Y yérguete… ¡Yérguete!
Que tal vez el hombre de este tiempo…
Es el hombre movible de la luz,
Del éxodo y del viento”.-
León Felipe (Julio, 1939).-
El Ejército Rojinegro no se rindió; la guerra social no ha terminado. Hombres y mujeres libres partieron de la Península a Francia en 1939, y de ahí en adelante surcaron los mares de todos los océanos a bordo de buques piratas. En Francia, como es costumbre en ellos, formaron un comité. Y murmuraban su estribillo que estimulaba el valor:
“Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad,mi ley, la fuerza y el viento,mi única patria, la mar.”
Llegaron a México y recibieron el abrazo fraternal de Lázaro Cárdenas, mientras que los de Francia vivían el vía crucis de la Segunda Guerra Mundial, es decir, la continuación de la Guerra española.
Tanques del Ejército Rojinegro entraron al París sin nazis. Antimilitaristas convictos formaron guerrillas de los maquis. En Italia se hicieron partisanos y en Yugoslavia acompañaron a Tito. Los desterrados españoles se regaron por Europa y por América.
La expedición del Granma (1956), que contaba entre sus integrantes al argentino asmático que después, en 1967, en Bolivia ofrendaría su vida por la utopía eterna de los hombres libres, fue entrenada por soldados rojinegros desterrados.
Nada los amilanó. Nada. Campos de concentración; cárceles; asesinatos; tenebrosas jugadas de la política mundial en el tablero español. Nada.
Siguieron, sin embargo, con sus manías revolucionarias, y allí donde hubo luz sembraron rebeldìas y donde no la había sembraron claridades. Venían del pueblo y eran pueblo. Nunca dejaron de serlo.
El Ejército Rojinegro, imbatible, organizó el Poder de la cultura, de la prensa obrera –no había Tele en esa época, estaba “en período de prueba”, y la Radio asustaba todavía, con su voz sin rostro, a la gente de a pie-, editaba libros artesanales de ejemplares contados. Pero la semilla se esparcía. Sí señor, se esparcía.
Francia y México, en ese orden de importancia, se convirtieron en los cuarteles del Ejército Rojinegro. Desde Rusia llegaban directrices, algunos las acataban, quizá los menos, pero la mayoría no le hacía caso. Londres metía sus manos inescrupulosas suscitando rivalidades, jugando con la vanidad humana y con los resentimientos y cicatrices que las batallan dejan en los seres humanos.
Una sola obsesión era la de todos, que España volviera a ser libre, democrática, republicana, federal y libertaria. Los Pirineos se convirtieron en la frontera de nubes por donde se escabullían los que retornaban a dar batalla y los que se iban buscando un mundo menos sórdido: el peregrinaje de los santos no cesaba.
España era una inmensa cárcel, un totalitarismo católico del siglo XX, quizá el único totalitarismo de la centuria. El Chile pinochetista llegó a asemejársele pero siempre fue copia débil a pesar de los muertos y de los presos. Los exilados de adentro no vivían, tan sólo suspiraban; que tardaba, pero llegaría la libertad.
Por eso mártires suyos son tanto Joaquín Delgado y Francisco Granados (ejecutados por garrote vil en 1963) como Julián Grimau (1911-1963), mártires del mismo pueblo, de la misma gente. Así como, entre los últimos caídos se cuenta a Salvador Puig Antich (1948-1974) y no podemos olvidarnos de los ejecutados del “Proceso de Burgos”. Por eso, y por más cosas, la inusual despedida del almirante Carrero Blanco fue celebrada en todas las guarniciones del Ejército Rojinegro, adentro y afuera.
Los tiempos cambiaron. Los hijos de los hijos del destierro tenían que hacer lo suyo. Escribir su propia vida, hacerse historia en la historia, darle rienda suelta a sus genes. El mundo cambiaba. Ya reinaba la Tele, el hijo del obrero llegaba a la universidad, y los veteranos del Ejército Rojinegro todavía asistían a escuchar a la Federica como en los viejos tiempos.
Ya los buques piratas yacían en el fondo del mar y podías ir de América a Europa en pocas horas. Y, repentinamente, hete aquí otra vez la Revolución. Paris se alza, los iracundos del movimiento estudiantil y de la juventud obrera comienzan a reinventar el trabajo de los alquimistas de 1871, de 1905, de 1917, de 1934, de 1936… Un veterano catalán le dice a Carlos Fuentes, el novelitas mexicano que en ese entonces era todavía una persona decente, en el Barrio Latino: “coño, creí que no volvería a verla…”
Los frutos de los sembradores del Ejército Rojinegro comienzan a cosecharse. Hay de todo, para todos los gustos, pero las raíces son las mismas. El viejo topo no ha fallecido de aburrimiento…ni de gloria; que todo debe empezar de nuevo.
Surge, luego, por doquier, Chiapas, Venezuela, Bolivia, Mapuches, Oaxaca, yo qué sé, los del Ejército Rojinegro han querido cambiar el mundo y, encima, cambiar la vida. ¡Una pendejada! ¡Casi nada!
Pero los años no pasan en balde y es hora de irse, no queda más remedio. Otros seguirán en la lucha social: sangre nueva en odres viejos. Se cierran las ventanas pero se abren las puertas. El tragaluz del Cenit se ha cerrado, pero ha dejado una organización con amplias perspectivas e intacto al Ejército Rojinegro. Vamos, que no es cualquier cosa la herencia.
Pero los que se hacen longevos a pesar de las heridas, de las mortificaciones y de los ausentes siguen pensando en España, siguen. Señores, aquí nadie se ha rendido todavía; la guerra social continúa.
Y lo saben porque se los dijo el poeta en 1939:
“Para salvar al hombre
Hay tres jugadas:
La roja blasfemia,
La verde plegaria
Y la baba amarilla y senil
De la democracia”.
FLOREAL CASTILLA
Venezuela, 2006.-
4 Comments:
At 8:58 p. m., Anónimo said…
Interesante, pero poco libertario. El Che era un totalitario de tomo y lomo, que colaboró en la implantación de la tiranía castrista y en el esclavismo. Se oponía a las huelgas, el sindicalismo independiente. Implantó el llamado trabajo voluntario, consistentes en jornadas agotadoras de curro. En nombre de la revolución.
Tito lo mismo, sin llegar a la brutalidad de Stalin, era un tirano. Y cuando habla de Venezuela, Bolivia... no se a quién se refiere, porque Chavez y compañía de libertarios nada.
Me parece un escrito militarista, confusionista y alejado del ideal libertario.
At 2:39 a. m., Anónimo said…
Hola "bakunin y señora", un saludo desde Valladolid
At 7:16 p. m., Anónimo said…
A "bakunin y señora" mis respetos: de parte de "kropotkin y sofía"...
El argumento sobre el Che debería cotejarse en la imponente biografía de Paco Ignacio Taibo II, no en la que escribió Jorge Castañeda, exministro de exteriores de Fox, y sedicente izquierdista devenido en fanático neoliberal. A mí el escrito tuyo me parece sacado de los manuales de contrainsurgencia y preparado en la comisaría de una ciudad andaluza de segunda.-
At 12:15 a. m., Anónimo said…
hola bakunin y señora, soy "Hugo y su perra"
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