CENIT 995: Buzón
Cuando uno no tiene trabajo es…
no tener salario para vivir; lo que se dice de nosotros, inútiles, perezosos, aprovechadores. Es levantarse por la mañana sin objetivo, explicar el trabajo a sus hijos, tener el sentimiento de no servir para nada, estar despreciado y despreciarse, ser dependiente del estado.
Por consideración…
se pone uno enfermo de estar parado, he conocido varios empresarios, he conocido varios paros, al principio te sientes aún útil, después pierdes la esperanza, piensas no servir para nada, pierdes tus ánimos, te dejas decaer, piensas no encontrar ya trabajo, que estás demasiado avanzado de edad, que no te necesitan, no te puedes proyectar positivamente hacia el futuro, vivir golpe a golpe de día al día.
El paro es el cancer del obrero, enfermedad inoculada por los potentes, como un investigador puede crear una enfermedad, para erradicar parte o toda una clase de seres - humano, animal o vegetal.
Tener un empleo es…
permitirme de vivir y hacer vivir los míos, decirse soy albañil, mecánico, ebanista…, tener compañeros de tajo, poder afirmar mi potencialidad, mi opinión es tomada en cuenta, continuar aprendiendo, ser respetado, en resumen ser un hombre libre. N. N.
Estimados Compañeros y amigos,
Acabo de leer, en un número anterior de CENIT, el anuncio de la fin -en su forma actual- de la publicación del periódico.
He tomado nota de una nueva forma propuesta en su lugar, deseando como bien se dice en vuestra nota, que cada uno muestre interés a la cosa.
Como vuestro comunicado me parecía -digamos no amargo, pero un poco triste- os diré que recibí vuestra revista el día mismo en que terminaba de leer un librito, poco conocido, intitulado “La guerre du feu” y el que le sigue, “Félin géant”.
Son dos pequeñas obras de un escritor bastante conocido a principios del vigésimo siglo: Rosny Aîné (nacido en Bruselas 1856 y fallecido en París 1940). Cuando tenía yo 7 ó 8 años, hace casi 50 años (tengo 55), el maestro de escuela nos contaba, más bien dicho nos leía, una parte de la obra antes de empezar las vacaciones escolares. Aprendí de memoria el título de ese escrito, y lo he comprado, por fin, ¡hace unos diez días! Estuve fascinado por esa transmisión del fuego, y por extensión: del conocimiento.
Como vosotros no creo en el destino ni en la fatalidad, pero es altamente simbólico y alentador de haber recibido los dos documentos en mismo tiempo, el vuestro y el libro.
Pues desapareceréis un día, y yo también, pero como en esa novela, (y no es inconsciente que me haya seguido en un rincón de mi cerebro), vosotros, yo y otros transmitirán a las generaciones por venir esta pequeña brasa, ese fuego, guardado en su caña, como en el libro.
Teniendo cuidado que esa pequeña llama no se apague. Todo esto para deciros que CENIT es, más allá del espíritu, levadura de esperanza: los ideales que celebraba son ellos inmortales… como el fuego.
Cordialmente y ¡salud a todos los pasadores de fuego!
TOMAS J.M. de Paris
Sí Compañero y amigo TOMAS, estamos tristes, pero no amargos, tristes porque se termina una obra llevada a brazos, por todos aquellos del Exilio confederal anarcosindicalista que fueron y somos. Pero orgullosos de -a través de vientos y mareas, de traiciones o zancadillas y año tras año - haber sabido, en las medidas de nuestras pocas facilidades económicas pero con un formidable entusiasmo, transmitir lo que a propósito llamas "el fuego". Que cada uno haga por conservarlo, y le eche - aunque sea una astilla.
Gracias amigo, ‘CeNiT’
no tener salario para vivir; lo que se dice de nosotros, inútiles, perezosos, aprovechadores. Es levantarse por la mañana sin objetivo, explicar el trabajo a sus hijos, tener el sentimiento de no servir para nada, estar despreciado y despreciarse, ser dependiente del estado.
Por consideración…
se pone uno enfermo de estar parado, he conocido varios empresarios, he conocido varios paros, al principio te sientes aún útil, después pierdes la esperanza, piensas no servir para nada, pierdes tus ánimos, te dejas decaer, piensas no encontrar ya trabajo, que estás demasiado avanzado de edad, que no te necesitan, no te puedes proyectar positivamente hacia el futuro, vivir golpe a golpe de día al día.
El paro es el cancer del obrero, enfermedad inoculada por los potentes, como un investigador puede crear una enfermedad, para erradicar parte o toda una clase de seres - humano, animal o vegetal.
Tener un empleo es…
permitirme de vivir y hacer vivir los míos, decirse soy albañil, mecánico, ebanista…, tener compañeros de tajo, poder afirmar mi potencialidad, mi opinión es tomada en cuenta, continuar aprendiendo, ser respetado, en resumen ser un hombre libre. N. N.
Estimados Compañeros y amigos,
Acabo de leer, en un número anterior de CENIT, el anuncio de la fin -en su forma actual- de la publicación del periódico.
He tomado nota de una nueva forma propuesta en su lugar, deseando como bien se dice en vuestra nota, que cada uno muestre interés a la cosa.
Como vuestro comunicado me parecía -digamos no amargo, pero un poco triste- os diré que recibí vuestra revista el día mismo en que terminaba de leer un librito, poco conocido, intitulado “La guerre du feu” y el que le sigue, “Félin géant”.
Son dos pequeñas obras de un escritor bastante conocido a principios del vigésimo siglo: Rosny Aîné (nacido en Bruselas 1856 y fallecido en París 1940). Cuando tenía yo 7 ó 8 años, hace casi 50 años (tengo 55), el maestro de escuela nos contaba, más bien dicho nos leía, una parte de la obra antes de empezar las vacaciones escolares. Aprendí de memoria el título de ese escrito, y lo he comprado, por fin, ¡hace unos diez días! Estuve fascinado por esa transmisión del fuego, y por extensión: del conocimiento.
Como vosotros no creo en el destino ni en la fatalidad, pero es altamente simbólico y alentador de haber recibido los dos documentos en mismo tiempo, el vuestro y el libro.
Pues desapareceréis un día, y yo también, pero como en esa novela, (y no es inconsciente que me haya seguido en un rincón de mi cerebro), vosotros, yo y otros transmitirán a las generaciones por venir esta pequeña brasa, ese fuego, guardado en su caña, como en el libro.
Teniendo cuidado que esa pequeña llama no se apague. Todo esto para deciros que CENIT es, más allá del espíritu, levadura de esperanza: los ideales que celebraba son ellos inmortales… como el fuego.
Cordialmente y ¡salud a todos los pasadores de fuego!
TOMAS J.M. de Paris
Sí Compañero y amigo TOMAS, estamos tristes, pero no amargos, tristes porque se termina una obra llevada a brazos, por todos aquellos del Exilio confederal anarcosindicalista que fueron y somos. Pero orgullosos de -a través de vientos y mareas, de traiciones o zancadillas y año tras año - haber sabido, en las medidas de nuestras pocas facilidades económicas pero con un formidable entusiasmo, transmitir lo que a propósito llamas "el fuego". Que cada uno haga por conservarlo, y le eche - aunque sea una astilla.
Gracias amigo, ‘CeNiT’
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